El título del presente escrito formaba parte del estribillo de una de las mejores canciones del cantautor catalán Lluis Llach, tan decisivo en la formación política, y también sentimental, por qué no decirlo, de muchos jóvenes de mi generación en la España post franquista.
Son curiosamente las primeras que me han venido a la mente al ver las bochornosas escenas protagonizadas por los exaltados manifestantes indignados que han acosado a los políticos catalanes frente al Parlament o pasado por agua, cubo mediante, al líder de Izquierda Unida, que probablemente presa del sentimiento de de culpa por todas las alcaldías que su formación está dando en toda España al PP, se había acercado a los Indignados para darse un nuevo "rebozado" por la izquierda, a ver si vuelve a engañar a alguien. Ya le vale...
Las palabras de Llach, curiosamente llamaban a la rebelión, a decir basta en pos de las libertades, de los derechos individuales sojuzgados en el Franquismo, en favor de la tan anhelada democracia.
Es por eso que no puedo ver con buenos ojos la peligrosa deriva de la indignación hacia la intolerancia depués de todo lo que nos ha costado llegar hasta donde estamos ahora en nuestro país.Las urnas y lo que sale de ellas , debería sernos merecedores del máximo respeto, aunque, sin que tenga que ser, para nada, sagrado. Esa es la esencia de la democracia.
Igualmente rechazable nos parece que es el acoso que los gays y lesbianas partidarios de la celebración del Dia del Orgullo Gay en Chueca, han ejercido sobre el alcalde de Madrid, frente a su domicilio particular.
Y ya para terminar, con la autoridad moral que creemos nos da el haber defendido en este mismo foro el derecho de los nacionalistas vascos de Bildu a concurrir en las elecciones locales y autonómicas, debemos denunciar la persecución al que sometieron a algunos concejales socialistas y del PP. La imagen de un solitario concejal del Partido Popular, rodeado de energúmenos en actitud agresiva sin aparente protección de escoltas o policía, nos devuelve a etapas en la historia pasada del País Vasco que pensábamos ya desterradas para siempre. Algún día la historia reconocerá el servicio que estos concejales no nacionalistas estan prestando en defensa de nuestro régimen de libertades.Los ataques y coacciones de los que están siendo objeto, aunque no se lleven a cabo al ritmo de las" nueve milímetros parabellum", ni al son de las deflagraciones por "amonal", deberían ser consideradas, a mi modo de ver, terrorismo puro y duro.
Como decía Llach, salvando las distancias: "Potser cal ser valents un altre colp/ i dir no, amics meus, no és això " (Puede que haya que ser valientes de nuevo y decir no, amigos míos, no es eso.")
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