miércoles, 8 de junio de 2011

La trágica estela de las dos Españas.

Ha fallecido Jorge Semprún. Como es habitual todo son loas y parabienes, incluso de parte de aquellos que no tuvieron en su día un comportamiento demasiado elegante con el intelectual español . Fue ministro de cultura allá por los años ochenta, pero reconozco que  apenas guardo recuerdos de su gestión, a excepción de una imagen un tanto huraña y distante.También es posible que sea debido a lo que apuntaba hoy Eduardo Arroyo en El País, a . una cierta campaña de hostigamiento por parte de la prensa progresista, (a cuya lectura desde siempre he tenido adicción).
Hay dos aspectos de su vida y forma  de ser, que al conocerlos ahora, me han gustado. En primer lugar el temple del superviviente de Buchenvald, que se negó a publicar sus memorias, en las que denunciaba aspectos no demasiado favorecedores para sus  ex compañeros del Partido Comunista Español, hasta que éste estuviera legalizado, y los implicados pudieran defenderse.
El segundo  hace referencia a su afirmación de que se sentía francés y español al mismo tiempo, pero más francés cuando estaba en Madrid y más español cuando estaba en París. Es difícil decir más  con menos palabras o ser mas sutil y elegante al lanzar  lo que no deja de ser una auténtica  carga de profundidad conceptual.
Por mi parte, sólo dos lamentos. El primero, no haber sabido encontrar el tiempo para  acercarme a una figura como la de Semprún, de la que tanto se puede aprender, en lo  político y en lo intelectual, pero sobre todo en lo personal: su inmensa capacidad para perdonar: a los nazis, a los comunistas,  a los socialistas, que al parecer le sometieron a algún desaire que otro . Pero la ventaja de los autores es que nunca se van del todo; su obra pervive y aún estoy a tiempo.

El segundo viene motivado por la postura de un Parlamento Español, que ha ignorado la desaparición del escritor español, que para más INRI, estuviera en su día  sentado en sus escaños como ministro. Es sorprendente que un presidente del Congreso como José Bono,  tan hábil para proponer la dedicatoria de placas a alguna monja destacada,en una polémica iniciativa que fue acertadamente aparcada, haya protagonizado este imperdonable despiste.Al parecer la Ministra de Cultura, que se declara ferviente admiradora de Semprún, tampoco ha tenido el ascendiente necesario sobre los integrantes de su grupo para que no se produjera este innecesario  y cruel desaire final..

Por suerte, como suele suceder, el tiempo acabará poniendo a cada uno en su sitio, aunque lo bueno sería poder vivir para verlo.

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