jueves, 3 de julio de 2014

Un hada buena en L'Alfàs del Pi. A Ana María Matute, In Memoriam DIARIO INFORMACION, 3 de julio de 2014

Hace un par de semanas, mientras ordenaba algunos papeles, cayó en mis manos un antiguo vídeo VHS sin etiquetar y al visionarlo me llevé la grata sorpresa de comprobar que era la grabación íntegra de la conferencia que diera Ana María Mate en L'Alfàs cuando siendo yo responsable del área de cultura , contactáramos con ella para celebrar el Día del Libro. Corría el año 2001 y al imaginarla ya muy mayor pensé que era urgente digitalizar un material que no haría sino ganar en relevancia con el paso del tiempo. La fatalidad, sin embargo se adelantó al desayunarnos un buen día ( por decir algo), con el fallecimiento de la entrañable escritora. Sus familiares, cuando les llamara Vicente Such, director de la Biblioteca Municipal para organizar la charla, nos advirtieron de su fragilidad y nos exigieron garantías de que en todo momento estaría arropada, algo a lo que por supuesto accedimos de inmediato. Decidimos mandar en su búsqueda a la estación de Alicante a un taxista de confianza, Francisco Baldó, que al haber sobrevivido a la debilidad de Paco Rabal por los gin-tonics de Beefeaters y a su condición de noctámbulo empedernido, cuando le atendiera un año antes en su visita también a nuestro municipio, encontraría esta nueva misión poco menos que “pan comido”. Y tanto fue así que taxista y escritora hicieron tan buenas migas, ( también las hizo con el de Águilas), que insistió en que nos acompañara en el almuerzo, donde se habló más de lo humano que de lo divino, para serles sincero, pero en cualquier caso, largo y tendido. Nos encontramos con una dama ya mayor, pero elegante y encantadora, con una mirada despierta e incisiva que enseguida hacía que los achaques de la edad pasaran a un segundo plano. Una gran conversadora que abordaba sin ningún tipo de complejos cuestiones ya fueran de índole literaria como personal. En este último terreno se mostraba más bien decepcionada con la especie humana; con el escepticismo de las personas buenas que a menudo han sido víctimas de esta misma condición . Pero lo hacía sin resentimiento ; más bien al contrario porque al final la vida no le había tratado tan mal, decía. Hablaba de su marido “el malo” pero rápidamente ponía el foco en su segundo esposo, “el bueno”, del que nos contaba que le había tratado muy bien y con quien había podido encontrar una felicidad que le fuera esquiva durante los años de su primer matrimonio. Se ruborizó cuando le preguntamos por su candidatura al Premio Nobel de Literatura y quitó importancia a las zancadillas sufridas para su ingreso en la RAE, que atribuyó a las “pequeñas telarañas” que hay en todo tipo de instituciones al “final de los pasillos” y que se confabulan contra nosotros y que cuando nos damos cuenta “ ya nos han hecho la puñeta”. Le confesé que una de las lecturas de la EGB que quedaron grabadas en mi mente, era precisamente un texto suyo que hablaba de unos chicos piel del color “del barro seco”. Los de la ciudad que iban a veranear admiraban su habilidad para tirar piedras con contundencia y veían en ellos algo entre diabólico y sobrehumano, hasta que un día el hijo del administrador más fuerte y mejor alimentado golpeó a uno de ellos cruelmente y le vieron sangrar, dándose de bruces con la injusta realidad. Los abusos de los más fuertes y las causas perdidas de los desfavorecidos, dos constantes en sus obras, En la conferencia esa misma tarde, Ana María confesaría haber perdido toda esperanza en la especie humana, salvo en los niños, a quienes, confesó haber dedicado, sin complejos la mayor parte de su obra, porque es precisamente con la mirada ingenua y pura de la infancia como mejor se aprecian los atropellos e injusticias a los que tan dados somos los mayores. El futuro, que habría de depararle grandes satisfacciones a la autora, como el Premio Nacional de las Letras Españolas, en 2007, o el Premio Cervantes en el 2010, confío en que por lo menos le haya ahorrado el sufrimiento de comprobar como en nuestro desafortunado país, al igual que sucediera en la Barcelona de su infancia , los niños pasan hambre y han de recurrir de nuevo a comedores sociales (antes llamados “de caridad”) disfrazados ahora de campamentos de verano, mientras los poderosos manejan presupuestos oficiales , ocultan contabilidades en Suiza o engordan pensiones a la sombra de las alas de los llamados “fondos de reptiles”. Prefiero guardar el recuerdo de su sonrisa cuando saludó con alborozo la llegada de su “güisquecito de malta”, su debilidad, que le traía en la bandeja el gerente de la cafetería de la Casa de Cultura,Salvador Perelló , “el Conde” , porque durante años había interpretado este destacado papel en la sala de fiestas “Conde de Alfàs”: - Señor Conde, qué bien recibido que es usted- le espetó con regocijo y picardía. Fueron momentos inolvidables pasados junto a una personalidad excepcional que dejaron en todos los que tuvimos la suerte de compartirlos, una huella indeleble, como su propia obra, que concentra la esencia del alma de la escritora y a la que siempre podremos recurrir para tener a nuestro lado. Hasta siempre Ana María Matute.