martes, 12 de marzo de 2019

PACTANDO CON LOBOS


PACTANDO CON LOBOS



Nos las prometíamos muy felices con la aparición de Ciudadanos y su desembarco en  la política nacional. Su ejecutoria en Cataluña, luchando en desigual combate contra el nacionalismo desbocado fue digna de admiración. Será muy difícil olvidar a  la Arrimadas de la vergonzosa sesión plenaria del 10 de octubre defendiendo sus convicciones y derechos democráticos, que allí y entonces eran  también los nuestros.  Una actuación vibrante que hizo palidecer la del resto de grupos de la oposición aunque Iceta y Cosculluela  se despacharan  también con dignidad.

            Por fin íbamos a contar con una derecha  europea, una bocanada de aire fresco que habría  de ventilar la confrontación política frente a un PP ahogado por el hedor   de la  corrupción que gangrenaba ya la mayor parte de sus estructuras.

            Era, en definitiva, un tercero en discordia; una  España distinta de esas dos  de Machado que tradicionalmente nos habían “helado el corazón”  . Un signo pues de modernidad y  madurez de nuestra democracia. Traían, además , la mochila vacía; esto es,  sin hipotecas ni cuentas pendientes, ni  en lo político ni en lo personal, que siempre es una ventaja. Podían por tanto desbrozar caminos y tender puentes para el diálogo; buscar puntos de encuentro, común denominadores, hacer política en resumidas cuentas. La diosa Fortuna, por fin, nos sonreía.

            Pero hete aquí que tras nueve meses del gobierno socialista de la moción de censura y poco antes de todo tipo de comicios electorales, Rivera olvida sus postulados y apuesta por la confrontación que tan buenos resultados le diera en Cataluña, por otra parte, aunque aquí lo haga contra partidos democráticos socios en la defensa de la Constitución.  Cava  trincheras y rodea de alambre de  espino  unos escaños que se le auguran menguantes en alocada competición  con  PP y VOX. En su desesperación por  evitar  la insignificancia,  no duda en echar manos de la heroína del 10 de octubre a quien  que arrastra  a la arena nacional en una suerte de Juana de Arco 3.0, que  en esta ocasión  coge el tren al vuelo y sin hacerse  de rogar. Los efectos que su deserción y  “tocata y fuga” puedan   tener  en Cataluña estos momentos es lo de menos.

            Sucede sin embargo que los tiempos de  holgadas mayorías han pasado a mejor vida y  los votos  podrían  determinar como única solución viable (o la más razonable) ese pacto con los socialistas del que él  ha abjurado.

            Haría bien el señor Rivera en recordar que las alambradas y trincheras de la Gran Guerra acabarían convirtiéndose en trampas y tumbas  para muchos de sus  moradores. Sería una lástima que esto mismo sucediera con Ciudadanos porque  así como VOX era y es perfectamente prescindible, ahí está el PP de siempre , aquí  se echaba  de menos  una derecha  con propuestas en lo social y  económico  más acordes con nuestro tiempo y  a la que “The Economist”, por cierto,  auguraba un brillante porvenir, al contrario de lo  que  acaba de hacer tras su pirueta final.

            En política el tiempo se estira hasta el infinito y no es descartable que entren en razón. El panorama de momento  es inquietante, con descalificaciones, insultos , candidatos que presumen de ir armados y ahora, además, trincheras y alambre de espino. Y cuando los remedios son peores que la enfermedad sólo  queda  fiarlo todo a la providencia o al proverbial optimismo de Sánchez, cualidad definida por Guillermo del Toro en TIME esta semana  como “el instinto de respirar cuando nos ahogamos”,  lo que nos sucederá a todos, ahogarnos digo,   si se impone una vez más el grito  a la palabra.

            Confiemos pues en el buen criterio de los ciudadanos y que  con sus votos respondan la retórica pregunta de Guerra  (“¿ Hay alguien ahí?”) demostrándole que los que están tal vez no sean los que probablemente él esperaba,  por el bien de todos, incluso el suyo propio