miércoles, 5 de febrero de 2020

"L'ESCOLA QUE ENS AGRADA" Diario informacion de alicante, 4 de enero de 2020






“L ESCOLA QUE ENS AGRADA”


            Parece ayer cuando  recibíamos alborozados al Pacte del Botànic. Tras una larga y extenuante gestación y un  parto de alto riesgo nos liberábamos al fin de las garras populares que con tanta saña se habían aplicado a la rapiña en nuestros servicios públicos. En  en estas mismas páginas celebrábamos  por ejemplo ,que la  Conselleria d’ Educación recayera en manos  de quienes en principio  estábamos seguros restañarían los terribles destrozos que los recortes inmisericordes habían infrigido en nuestra escuela publica.

             Las esperanzas eran tan altas como bajo el listón que dejaban los que abandonaban  Campanar, rabo entre las piernas,   perseguidos por la misma ola de corrupción  que iba inundando todas y cada una  de  las consellerias  por las que habían campado durante décadas.

            A cinco años vista,  no hay tanto que celebrar. Estadísticas oficiales aparte, inasequibles siempre al desaliento,  lo cierto es que los recortes   en  educación  distan mucho de haberse revertido y ahí siguen de forma obstinada para quien los quiera ver en   ratios,  horarios de profesores  y precariedad cuando no ausencia de instalaciones dignas, por no mentar los retrasos  o impagos de becas y salarios ya sea de profesores o de auxiliares de conversación.

            La gratuidad de los libros de texto,  ( Xarxa Llibres) sin duda un gran acierto, no ha hecho sino aumentar las responsabilidades y tareas burocráticas de los docentes sobre cuyas  espaldas  descansa su gestión;  importante carga solo  comparable  al peso de las medallas que no dudan  otros en colgarse por lo  mismo , sin el menor rubor ni consideración.

            Y en esas estábamos cuando nos enteramos que el nuevo  Reglamento Orgánico y Funcional de Secundaria generará un modelo de institutos que nada tendrá que ver con el tan cacareado funcionamiento democrático de los centros,  reivindicación  histórica de la izquierda. La capacidad que se  otorga a los directores para “pixelar” según qué plazas y configurar  así equipos de trabajo por afinidad  a supuestos proyectos y avanzar así hacia “l’escola que ens agrada”, (Marzà dixit) acabará por fomentar, al tiempo,  amiguismos,  adulación o la simple   docilidad en un claustro al que la Dirección podrá dispensar el mismo trato que ha ofrecido la Conselleria  a los representantes de quienes protagonizaron las mareas verdes, ¿las recuerdan?,  en la tramitación de este (u otros ) documentos : desprecio absoluto, ninguneo total.

            Un magnífico regalo cuando regrese el Partido Popular,  que no dice ni “mu”, pensando en las virguerias que será capaz de hacer con este R.O.F. Les han dado hecho algo que jamás se atrevieron a emprender.  Y ahí tenemos a la Bonig y sus grititos, para disimular, por el tema del valenciano y el plurilingüismo cuando tampoco en esto ha acertado ( el Botànic) y ha sido la propia O.C.D.E . la que ha acabado por reprocharles la situación de desprotección en la que esta Ley, (otra sin negociar) sitúa a nuestra lengua vernácula que es, no se olvide, también oficial.

            Todo sacrificado en el altar del dominio del inglés, en el que se impartirán asignaturas cuyos titulares  se han tenido que formar deprisa y corriendo en modalidad   “low cost” o  a coste cero para la administración como se quejaba amargamente   en los medios una profesora el otro día.

            Y nada bueno puede resultar de esto, porque las lenguas nunca deberían ser un fin en si mismas sino un instrumento de comunicación. Salvada la desventaja inicial de las minorizadas, lo  importante es el mensaje y su comprensión inequívoca. Pero difícil lo tenemos cuando ni emisor (profesor) y   ni  receptor   (alumno) dominan el código en el que se transmite.

            La cuestión no es baladí. De  sobra es conocida la conexión entre lengua y pensamiento, no sólo en su expresión sino en su propia génesis ,  una constante en  lingüística  y psicología, desde Chomsky hasta  Malmberg,  pasando por Piaget, Pinillos, y Unamuno entre otros.

            Este último  sin ir más lejos sugería adecuar el nivel de exigencia en la enseñanza   de  idioma (en su caso el latín), a la finalidad pretendida por su aprendizaje y relataba citando a Spencer  como “los indios asombrados de la labor del arado inglés hicieron de éste, pintándolo y erigiéndolo para adorar como ídolo un instrumento.”  ( “El Caballero de la Triste Figura”). Aquí , más chulos que un ocho,  ponemos  además el arado por delante del mulo.

            Con todo, lo peor es posible  que esté las formas. Esta querencia  al “ordeno”, esta aversión al diálogo  en los que alguien podría atisbar  brotes  de dogmatismo  y tics autoritarios en el seno  del Botànic, porque como todo el mundo sabe  el aforismo   “por sus obras los conoceréis” jamás ha fallado  en la historia de la Humanidad.