sábado, 30 de noviembre de 2013

"TIEMPO DE SILENCIO"

“TIEMPO DE SILENCIO.” DIARIO INFORMACION DE ALICANTE 7 de diciembre de 2013 Leí la novela de Martín Santos, de la que he tomado prestado el título, cuando cursaba el C.O.U. (Curso de de Orientación Universitaria) en el instituto de Altea, . La obra , única del autor fallecido tempranamente, supuso toda una revolución en la literatura española y retrataba a una España depauperada, con una clase media sumida en la miseria que amenazaba la plácida existencia de las clases acomodadas de Madrid. Quién nos iba a decir que la realidad actual, décadas más tarde fuera a presentar tantos puntos en común con aquella otra. Nuestros médicos, cuya formación es elogiada en todo el mundo, no es que se vean obligados a criar ratones para poder experimentar con ellos en su lucha contra el cáncer, como le sucedía a Pedro, protagonista de la novela; es que tienen que salir pitando ellos mismos directamente del país, porque se han terminado los fondos de los que se nutrían sus líneas de investigación y aquí, como al parecer molestan, pues ponen en evidencia a los responsables políticos de turno, se apela a su espíritu emprendedor para sacárselos de encima Tampoco tardaremos mucho en leer en la prensa, ojalá me equivoque, lamentables casos de jóvenes desangradas por abortos clandestinos, como el que sufrió Dorita, otro personaje de la obra, de aprobarse la Ley del Aborto del ministro de justicia que pende sobre nuestras cabezas, a lomos de la que regresaremos por arte de biri birloque a esos tiempos cuando sólo las niñas bien podían abortar en las clínicas de Londres o Amsterdam , mientras sus padres probablemente se anduvieran persignando al tomar la comunión.. El acceso de los jóvenes de las clases más desfavorecidas a la educación con la que conseguir no sólo la inserción laboral y promoción social, a la que tienen derecho, sino también su propia formación íntegra como ciudadanos libres, conscientes y críticos con el espacio y el tiempo en los que les ha tocado vivir, se convertirá de nuevo en una quimera con la ley Wert, un camino minado cuyas cunetas las sembrarán por multitud los sueños truncados de todos aquellos a las que una educación clasista y retrógada se habrá cobrado como pieza.. Y al final, tampoco habrá lugar para la indignación en esta España que el PP esculpe un día sí y otro también , a golpe de decreto ; como tampoco lo había en la España Franquista de Martín Santos a la que por una carambola del destino parecemos regresar. Ya está al caer la nueva ley de orden público, donde las multas serán de hasta 600.000 en un país donde el salario medio apenas supera los 600 euros, las pensiones no alcanzan los 400 y a los del Erasmus se les escamotean hasta los 100 euros migajas que ya les otorgaban graciosamente a regañadientes y que apenas les llegan para pagar la luz allí donde se forman en pos de un futuro mejor. En casa,para acabar , nos han terminado cerrando una televisión y una radio, que me resisto a calificar de públicas. Durante veinte años el Partido Popular ha cabalgado a sus lomos espoleándola para diezmar toda oposición o pensamiento crítico a su gestión. Nunca rechistó nadie en su seno. Ignoraron a las víctimas del accidente del metro de Valencia y a sus familiares, que tuvieron que sumar a su dolor, el oprobio de saberse invisibles en los medios de comunicación que ellos colaboraban a financiar con sus impuestos. Miraron hacia otro lado en el escándalo de los trajes de Camps y el caso Gürtel. Dejaron de lado a los miles de profesores , médicos y empleados públicos puestos en la calle por los mismos que ahora han dan el cerrojazo a sus emisoras de radio y televisión. No repararon en los niños sin libros de texto, ni comedor ni autobús, recorriendo miles de metros de camino al colegio mientras sorteaban todo tipo de trampas mortales. Se taparían la nariz, es de suponer , con las trapacerías llevadas a cabo con la visita del Papa de las que ellos fueron testigos de cargo y durante 20 años han ninguneado a los representantes de miles de valencianos en los partidos de la opisición. Es comprensible, en lo humano, el dolor, la rabia y la indignación que sienten por su despido; en su caso, tal vez aumentado por la mala conciencia de saberse colaboradores necesarios, por acción u omisión en el saqueo sistemático que el Partido popular ha perpetrado en la Comunidad Valenciana, (incluso en los campos de exterminio nazis habían saboteadores y aquí nadie les pedía tamaña heroicidad), pero de ahí a erigirse como lo que rezaba el cartel de una trabajadora indignada de Canal 9 , : “ La veu de un poble”, media una distancia insalvable. Por duro que suene lo que fueron, ellos mismo lo han reconocido, es la “voz de su amo”, al que vendieron su dignidad -léase profesionalidad, si se prefiere- por un plato de lentejas y al final se han quedado sin dignidad ( con todas las honrosas excepciones que se quiera), y sin lentejas. El que partidos políticos, sindicatos, asociaciones, a los que en el último mes en un sospechoso abceso de “profesionalidad” les han acabado dando voz atropelladamente, les hayan arropado, sólo demuestra en mi modesta opinión dos cosas: que ni el pueblo valenciano se mereció nunca una radio y televisión como la que tuvieron, ni ellos un pueblo como el que al final se han dado cuenta ( o eso espero), que tienen.