“PACTANDO CON LOBOS”
Nos las
prometíamos muy felices con la aparición de Ciudadanos y su desembarco en la política nacional. Su ejecutoria en
Cataluña, luchando en desigual combate contra el nacionalismo desbocado fue
digna de admiración. Será muy difícil olvidar a
la Arrimadas de la vergonzosa sesión plenaria del 10 de octubre
defendiendo sus convicciones y derechos democráticos, que allí y entonces
eran también los nuestros. Una actuación vibrante que hizo palidecer la
del resto de grupos de la oposición aunque Iceta y Cosculluela se despacharan también con dignidad.
Por fin íbamos a contar con una
derecha europea, una bocanada de aire
fresco que habría de ventilar la
confrontación política frente a un PP ahogado por el hedor de la
corrupción que gangrenaba ya la mayor parte de sus estructuras.
Era, en definitiva, un tercero en
discordia; una España distinta de esas
dos de Machado que
tradicionalmente nos habían “helado el corazón”
. Un signo pues de modernidad y
madurez de nuestra democracia. Traían, además , la mochila vacía; esto
es, sin hipotecas ni cuentas pendientes,
ni en lo político ni en lo personal, que
siempre es una ventaja. Podían por tanto desbrozar caminos y tender puentes
para el diálogo; buscar puntos de encuentro, común denominadores, hacer
política en resumidas cuentas. La diosa Fortuna, por fin, nos sonreía.
Pero hete aquí que tras nueve meses
del gobierno socialista de la moción de censura y poco antes de todo tipo de
comicios electorales, Rivera olvida sus postulados y apuesta por la
confrontación que tan buenos resultados le diera en Cataluña, por otra parte,
aunque aquí lo haga contra partidos democráticos socios en la defensa de la
Constitución. Cava trincheras y rodea de alambre de espino
unos escaños que se le auguran menguantes en alocada competición con PP
y VOX. En su desesperación por
evitar la insignificancia, no duda en echar manos de la heroína del 10
de octubre a quien que arrastra a la arena nacional en una suerte de Juana
de Arco 3.0, que en esta
ocasión coge el tren al vuelo y sin
hacerse de rogar. Los efectos que su
deserción y “tocata y fuga” puedan tener
en Cataluña estos momentos es lo de menos.
Sucede sin embargo que los tiempos
de holgadas mayorías han pasado a mejor
vida y los votos podrían
determinar como única solución viable (o la más razonable) ese pacto con
los socialistas del que él ha abjurado.
Haría bien el señor Rivera en
recordar que las alambradas y trincheras de la Gran Guerra acabarían
convirtiéndose en trampas y tumbas para
muchos de sus moradores. Sería una
lástima que esto mismo sucediera con Ciudadanos porque así como VOX era y es perfectamente
prescindible, ahí está el PP de siempre , aquí
se echaba de menos una derecha
con propuestas en lo social y
económico más acordes con nuestro
tiempo y a la que “The Economist”, por cierto, auguraba un brillante porvenir, al contrario
de lo que acaba de hacer tras su pirueta final.
En política el tiempo se estira
hasta el infinito y no es descartable que entren en razón. El panorama de
momento es inquietante, con
descalificaciones, insultos , candidatos que presumen de ir armados y ahora,
además, trincheras y alambre de espino. Y cuando los remedios son peores que la
enfermedad sólo queda fiarlo todo a la providencia o al proverbial
optimismo de Sánchez, cualidad definida por Guillermo del Toro en
TIME esta semana como “el instinto de
respirar cuando nos ahogamos”, lo
que nos sucederá a todos, ahogarnos digo,
si se impone una vez más el grito
a la palabra.