lunes, 2 de julio de 2018

"Canción triste del Benacantil"



       



    
Un antiguo alcalde de Alicante se acaba de sentar  en el banquillo de acusados (Alperi) y otra (Castedo), calienta en la banda, justo cuando un tercero acaba de acceder al asiento aún caliente que acaba de dejar un cuarto (Echevarri), muy a su pesar.
            El acceso de Barcala, que así se llama el neófito, a la alcaldía de la  capital del Benacantil ha sido sin duda accidentado, pero no por ello menos meritorio: un triple salto mortal, (Bonig, Ciscar, Rajoy) encaramado a los lomos de la penúltima tránsfuga de la cantera de las izquierdas,   las que mejor resultado dan a la larga (Tamayazo, Maruja Sánchez, Mayca Granado ,- en L’Alfàs-) y que además denuncia , Belmonte, intentos de soborno, precisamente a ella; ¡ hasta ahí podríamos llegar!.
            Y enfrente todo es desconcierto, confusión y el inveterado fulgor  de las navajas, de gran arraigo entre las filas socialistas y que a punto a estado de acabar en escabechina, frenada “in extremis” ( o aplazada “sine die”) por un Puig que  no gana para disgustos a los pies del Santa Bárbara.
            Un espectáculo, en suma, de todo menos edificante, de más que probables efectos devastadores  en los comicios que se avecinan, pero previsibles, en todo caso, para quien escuchara   alguna de las intervenciones  semanales que  el alcalde saliente daba  en una conocida emisora de radio.
            Porque siendo el transfuguismo una perversión en el funcionamiento democrático de las instituciones, harían bien los socialistas en levantar la vista para ver el bosque y no el árbol que en este momento les ocupa. Lo cierto es que cada vez que recuperan alguno de los tradicionales feudos populares durante décadas , Benidorm o Alicante,  la acaban liando parda   a la entrada o a la salida. Una cosa es ganar asambleas para montar tramoyas e incubar en su seno ambiciones personales más o menos confesables y otra muy distinta ganar elecciones  para consolidar proyectos con los mejorar el futuro de ciudades y ciudadanos.
            Y es que contrariamente al caso del Partido Popular, cuya pervivencia se cuestionaba recientemente en la prensa por razones de sobra conocidas, el ciclo histórico del Partido Socialista y los valores que defiende son más necesarios que nunca, especialmente en los difíciles momentos por los que transita tanto Europa en su conjunto como nuestro país en particular. La reciente propuesta del PSOE para abordar la delicada cuestión de la eutanasia, por ejemplo,  justificaría por sí sola la afiliación de cualquier ciudadano  de bien que no la tramitara en su día con la Ley de Dependencia. Por no hablar de la vertebración de  nuestro país, del todo punto imposible sin su concurso.
            Cuando los círculos de alguna de las nuevas formaciones políticas que iban a reinventar la democracia se han tornado en  líneas concéntricas de  dianas en las que fulminan a los discrepantes del “gran timonel”, tal vez  no  seria  el presente un  mal  momento para abordar en instancias socialistas medidas mil veces  esgrimidas  y  jamás aplicadas – más allá de unas primarias  de andar por casa-. Unas reformas que permitieran renovación de caras, métodos y políticas ; nada del otro mundo, por cierto:  listas abiertas, limitación de mandatos….
            Todo con el objetivo de que  en el socialismo quedaran los realmente inspirados por sus ideales, los dispuestos a dejarse la piel por el bien ajeno y no   los aprovechateguis siempre prestos a rebanársela al prójimo (la piel) con tal de conservar nóminas y/o prebendas y menos aún cuando se perciban las mismas en régimen de gananciales.
            En situaciones realmente complejas, nada hay como el acervo de la sabiduría popular, porque si bien es cierto que “una cosa es predicar y otra dar trigo”, tal vez alguien debería susurrarle al de Morella, que  en  Alicante , en la casa socialista,“más vale una vez rojo, que ciento colorado”, porque como seguramente les diría  a los atribulados socialistas valencianos el entrañable capitan Furilo (creo recordar) de la seria americana de la que he tomado prestado el título,  ( Hill Street Blues), "tengan mucho cuidado ahí fuera"

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