Ya
ha llovido desde aquellas elecciones en las que Rivera
se nos presentara como dios le trajo al mundo en modo
reclamo electoral. Sin duda un revulsivo en un panorama
político catalán de la época, donde la hegemonía
la habían tenido los convergentes del 3% con un PSC de
eterno segundón sin aspiraciones.
Cual
cruzado en tierra hostil, se iría curtiendo en mil batallas contra
el sinfín de trapicheos y abusos convergentes (trabajo no le faltó)
al tiempo que se ejercitaba en el difícil arte de la profecía
contra las siete plagas de Egipto que el nacionalismo nos acabaría
por traer
Con
todo, el mayor de sus aciertos le llegaría en su salto a la
política nacional que propiciaría la aparición de Arrimadas
en el lío catalán donde se ha sabido batir con coherencia y
valentía en territorio hostil hasta el punto de difuminar los
perfiles de liderazgo del propio Rivera
que se las ha visto y deseado para arrancar al PP, siquiera algunos
los compromisos que justificaron su apoyo en la investidura.
Y
en estas estábamos cuando las encuestas le adjudican una subida
espectacular en intención de votos, confirmando la magnitud de la
descomposición del PP, porque poco sabemos del modelo de país
que propone Ciudadanos más allá de la manida regeneración
democrática mantra al que recurren a las primeras de cambio o su
inquietante concepción del estado de las autonomías que convierten
a Rajoy
en poco menos que un peligroso separatista. Por otro lado su escasa
implantación territorial o la colonización de militantes y/o
antiguos cargos del PP de la que ha sido objeto la agrupación, no
llaman al optimismo.
Pero
esto es lo que hay cuando el principal partido de la oposición no
consigue levantar el vuelo, lastrado como está por el peso
insoportable de los jarrones chinos que atiborran sus bodegas y
cuando en gobiernos en los que se estaba funcionando con razonable
acierto, caso de la Comunidad Valenciana, acaba de estallar un
posible caso de financiación irregular con muy mala pinta con raíces
en las campañas electorales de Benidorm y Alicante (dónde si no ).
Es de una tristeza infinita que la izquierda cuando recupere plazas
en décadas en manos de populares pueda caer en actitudes y prácticas
execrables de las que ha hecho gala la derecha. La moción de censura
en Benidorm con tránsfuga mediante y dimisión “in extremis” de
la Pajín madre para alargar la vida política a Pajín
hija, a la sazón Secretaria General del PSOE, fue una auténtica
charlotada; como lo fue en buena medida toda una legislatura
municipal cuya mayor virtud estuvo en entretener al personal. No hay
más que repasar los titulares de prensa o recordar la concesión de
la medalla corporativa de la Ciudad , a Eduardo Zaplana y a la
propia Leire Pajín. No es justo que ahora, ademas,
aparezcan indicios de financiación irregular que puede suponer un
auténtico torpedo en la línea de flotación del primer gobierno
progresista en décadas en la Comunidad Valenciana. Un gobierno que
con sus aciertos y errores se desvive para devolver a los valencianos
lo que la rapiña de los populares les había arrebatado, en sanidad,
finiquitando el modelo Alzira o en educación, con una decidida
apuesta por el sistema público.
Que los chanchullos de unos mequetrefes jubilados, enchufados o
colocados , puertas giratorias mediante, ensombrezcan la entrada en
vigor de una ley del alcance de la de la Renta Valenciana de
Inclusión, o pongan en peligro la verdadera implantación de la
abortada Ley de Dependencia, debería de ser hasta pecado.
Pero siendo los supuestos los chanchullos similares a los que
amenazan la propia existencia del PP como marca y estando ya en
tiempo de descuento, sólo cabe marcar diferencias en el modo en que
se afronta la adversidad. Soltar lastre, renovar estructuras, abrir
ventanas y puertas facilitando la entrada, pero sobre todo la salida
a quienes no entiendan la política como un servicio público, sin
trampas ni cartón; es la única opción.
La que empezó siendo la legislatura de la esperanza con un PP en
minoría, no puede tener como corolario a unos ministros de un estado
aconfesional cantando en aparente éxtasis el himno de la legión,
las banderas a media asta en Semana Santa, o la letra de otro himno,
esta vez el de España, compuesta por quien tiene su domicilio fiscal
en Miami.
Tras ocho años Rajoy y su Partido Popular, tenemos derecho a soñar
y no precisamente en un país de impostura y de cartón piedra.
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