sábado, 7 de abril de 2018

"DERECHO A SOÑAR"

Ya ha llovido desde aquellas elecciones en las que Rivera se  nos presentara  como dios le trajo al mundo en modo reclamo electoral. Sin duda  un revulsivo en un panorama político  catalán  de la época, donde la hegemonía  la habían tenido los convergentes del 3% con  un PSC  de eterno segundón sin aspiraciones.
            Cual cruzado en tierra hostil, se iría curtiendo en mil batallas contra el sinfín de trapicheos y abusos convergentes (trabajo no le faltó) al tiempo que se ejercitaba  en el difícil arte de la profecía contra las siete plagas de Egipto que el nacionalismo nos acabaría por traer
Con todo, el mayor de sus aciertos le llegaría en su salto a la política nacional que propiciaría la aparición de Arrimadas en el lío catalán donde se ha sabido batir con coherencia y valentía en territorio hostil hasta el punto de difuminar los perfiles de liderazgo del propio Rivera que se las ha visto y deseado para arrancar al PP, siquiera algunos los compromisos que justificaron su apoyo en la investidura.
Y en estas estábamos cuando las encuestas le adjudican una subida espectacular en intención de votos, confirmando la magnitud de la descomposición del PP, porque poco sabemos del modelo de país que propone Ciudadanos más allá de la manida regeneración democrática mantra al que recurren a las primeras de cambio o su inquietante concepción del estado de las autonomías que convierten a Rajoy en poco menos que un peligroso separatista. Por otro lado su escasa implantación territorial o la colonización de militantes y/o antiguos cargos del PP de la que ha sido objeto la agrupación, no llaman al optimismo.
Pero esto es lo que hay cuando el principal partido de la oposición no consigue levantar el vuelo, lastrado como está por el peso insoportable de los jarrones chinos que atiborran sus bodegas y cuando en gobiernos en los que se estaba funcionando con razonable acierto, caso de la Comunidad Valenciana, acaba de estallar un posible caso de financiación irregular con muy mala pinta con raíces en las campañas electorales de Benidorm y Alicante (dónde si no ).
Es de una tristeza infinita que la izquierda cuando recupere plazas en décadas en manos de populares pueda caer en actitudes y prácticas execrables de las que ha hecho gala la derecha. La moción de censura en Benidorm con tránsfuga mediante y dimisión “in extremis” de la Pajín madre para alargar la vida política a Pajín hija, a la sazón Secretaria General del PSOE, fue una auténtica charlotada; como lo fue en buena medida toda una legislatura municipal cuya mayor virtud estuvo en entretener al personal. No hay más que repasar los titulares de prensa o recordar la concesión de la medalla corporativa de la Ciudad , a Eduardo Zaplana y a la propia Leire Pajín. No es justo que ahora, ademas, aparezcan indicios de financiación irregular que puede suponer un auténtico torpedo en la línea de flotación del primer gobierno progresista en décadas en la Comunidad Valenciana. Un gobierno que con sus aciertos y errores se desvive para devolver a los valencianos lo que la rapiña de los populares les había arrebatado, en sanidad, finiquitando el modelo Alzira o en educación, con una decidida apuesta por el sistema público.
Que los chanchullos de unos mequetrefes jubilados, enchufados o colocados , puertas giratorias mediante, ensombrezcan la entrada en vigor de una ley del alcance de la de la Renta Valenciana de Inclusión, o pongan en peligro la verdadera implantación de la abortada Ley de Dependencia, debería de ser hasta pecado.

Pero siendo los supuestos los chanchullos similares a los que amenazan la propia existencia del PP como marca y estando ya en tiempo de descuento, sólo cabe marcar diferencias en el modo en que se afronta la adversidad. Soltar lastre, renovar estructuras, abrir ventanas y puertas facilitando la entrada, pero sobre todo la salida a quienes no entiendan la política como un servicio público, sin trampas ni cartón; es la única opción.

La que empezó siendo la legislatura de la esperanza con un PP en minoría, no puede tener como corolario a unos ministros de un estado aconfesional cantando en aparente éxtasis el himno de la legión, las banderas a media asta en Semana Santa, o la letra de otro himno, esta vez el de España, compuesta por quien tiene su domicilio fiscal en Miami.

Tras ocho años Rajoy y su Partido Popular, tenemos derecho a soñar y no precisamente en un país de impostura y de cartón piedra.

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