Al final han acabado por darle el premio Cervantes a Ana María Matute. Más vale tarde que nunca, que dirían algunos. Hace ya unos cuantos años que tuve el privilegio de compartir una jornada con ella, cuando viniera a L'Alfàs en la Semana del Libro, y tuviera yo alguna responsabilidad en "la cosa" de la cultura . Me sorprendieron dos aspectos en un principio contradictorios: su fragilidad y la tenacidad con que se aferraba a la literatura. Ella mismo lo ha dicho hoy: "sin escribir no soy yo, no soy nada.". Todo en ella era modestia y agradecimiento, "tengo la sensación de que he aprobado la vida" (tras recibir el Premio).
No siempre la trató bien, (la vida), y nos contó como tras su primer matrimonio, la ayudara Cela a salir del bache animándola a escribir. Le estaba muy agradecida por ello, al insigne gallego, del que decía que siempre le trató con mucho cariño y deferencia, al igual que su segundo marido, "el bueno", apostillaba, porque el primero parece ser que se las hizo pasar "canutas".
Me alegra mucho que le hayan otorgado el galardón porque de sobra lo tenía merecido y apostaría que lo ha celebrado uno de esos "güisquecitos " de malta con los que solía acompañarse en las sobremesas.
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