Diario Información de Alicante, 8 de febrero de 2022
La realidad nos demuestra que eso de que la historia se repite es algo más que un lugar común al que algo insatisfactorio nos tiende a conducir. Los protagonistas pueden no ser los mismos o los papeles intercambiarse, pero las circunstancias en ocasiones tienen un inquietante parecido.
En poco menos de un siglo el futuro de Europa, su configuración, sus áreas de influencia, incluso si me apuran, el propio ser o no ser de los valores que representa, se puede estar jugando ya, de nuevo, a orillas del Mar Negro.
En la primera ocasión sonaban aún las bombas en un devastado continente europeo, aunque Berlín estaba ya a punto de caramelo. Era inminente ya la salida del túnel, y el optimismo reinaba entre los líderes de las naciones vencedoras, reunidas en Yalta para repensar el Viejo Continente y garantizar así , en palabras de Stalin, “ al menos 50 años de paz”. El escenario estaba a la altura de las expectativas. Palacios y villas de lujo que atendían a la personalidad de cada uno. En el caso de Roosevelt, cerca del lugar de deliberaciones atendiendo a su deteriorado estado de salud y en el de Churchill, conocido “bon vivant”, con inquietudes artísticas, se le rodeó de obras de arte en un emplazamiento de clima subtropical flanqueado de cumbres coronadas de nieve.
Y ya en las intervenciones de los líderes, recogidas meticulosamente en “Triumph and Victory”, sexto volumen de las memorias de la Segunda Guerra Mundial de Churchill, se dedicaban a regalarse los oídos unos a otros, resaltando lo positivo y relegando aspectos más escabrosos de la ejecutoria de cada uno. Había voluntad y necesidad de acuerdo (probablemente más de lo segundo que de lo primero).
Incluso Stalin, líder de un país especialmente devastado y que había pagado un altísimo precio en vidas humanas, proponía huir del ensañamiento con Alemania, optando por una visión más práctica, “Si quieres que el toro tire del carro, hay que darle algo de heno”,dijo.
Y a grandes rasgos funcionó.
Sería una lástima que el consejo del taimado georgiano cayera en saco roto tras el desmoronamiento dela URSS, cuando pasaron de gran potencia, a la categoría de apestados a nivel internacional. Occidente, sin mucho miramiento, sacó tajada de la situación . Aún recuerdo la alarma de un amigo viajero empedernido y buen observador, cuando me relataba el trato vejatorio que se les dispensaba a los rusos en la recién independizada Ucrania, del que nada bueno se habría de derivar.
El oportunista de Putin nos ha pagado con la misma moneda. Ha esperado hasta que ha visto saltar los primeros puntos en las costuras de Europa, que han resistido mal los embates de las sucesivas crisis, la inmobiliaria, la financiara, la sanitaria y tras engrasar convenientemente a los diversos populismos que han salido y cosechar una gran victoria con el Brexit, ha lanzado el primer zarpazo . Eso sí, se aseguró primero de tener a Alemania convenientemente conectada a la a sus ubres de gas natural y constatar que Biden ¡qué gran decepción!, estaba ya con las maletas listas para mudarse al Pacífico. Sus tropas desplegadas en las fronteras ucranianas no hacen más que actuar como espejo que devuelven la realidad en la que se debate Europa.
Nadie puede fingir sorpresa y rasgarse las vestiduras. ¿Recuerdan el “fuck Europe” de La Secretaria de Estado americana Victoria Nuland cuando hablaba con su embajador en Ucrania?. Pues eso
Alguien definió a Europa como herbívora rodeada de carnívoros. La única manera de que los primeros venzan a los segundos, y no siempre, es estando unidos, no hay más que ver los documentales de TV2.
En este segunda edición de Yalta, el horno no estará para bollos y Europa ni siquiera estará. El sátrapa ruso de ahora no le plantará un limonero cargado de frutos en el hall para los cocktails, como hiciera Stalin con Churchill, para asombro de este último, porque aunque estuviera en la pomada ,que no es el caso, -y a ver lo que dura en en su cargo- , al histriónico de Jhonson , lo que le van son las petacas rellenadas en casa.
Salta a la vista que todos hemos venido a menos y pintan bastos, porque como se puede leer en “Guerra y Paz”, de Leon Tolstoi, “Vence en las batalla quien está firmemente decidido a ganarla” y nosotros navegamos en un mar de dudas.