domingo, 19 de noviembre de 2017

“ A VICENTE PEREZ IN MEMORIAM



Decía Roc Gregori en el prólogo de , “Poemas y reflexiones desde Carbonera”, que carecíamos de la perspectiva para valorar en su justa medida las aportaciones de la obra de Vicente Pérez.
Hay dos factores, a veces confluentes, a través de los que podemos acceder a esta perspectiva a la que tan lúcidamente aludía Roc; uno es el tiempo y el otro la distancia.
Este verano abrasador nos ha terminado por arrebatar para siempre a nuestro entrañable Vicent Pérez o Vicent “La Pedrera”, como añadía Roc, buen conocedor como es del paisaje y del paisanaje de L’Alfas. Luego el valor de los escritos del autor de Carbonera no harán sino aumentar proporcionalmente a lo dilatado ( e irreversible) de su ausencia, toda vez que por no nos lo volveremos a topar , ávido siempre de cariño y compañía, a la vuelta de cualquier esquina o en L ‘Alfassina a donde gustaba ir en busca de amigos y conversación hasta el final de sus días.
El caballo del tiempo al que aludía en alguno de sus poemas,se las ha ingeniado para descabalgarlo ( como hará con todos), pero eso sí, al final de una larguísima travesía vital iniciada prácticamente en el siglo XIX y culminada en el XXI, al que llegó el buen Vicent para plantarse frente a la pantalla de un ordenador y hablarnos de lo divino y de lo humano; porque eso es precisamente lo que hacía los sus poemas y escritos que compartía con nosotros, con una clara vocación didáctica. Y lo hacía desde su honestidad y hombría de bien, de cosas que conocía porque las había vivido y de las que quería dejar constancia para que evitando su olvido, tuviéramos alguna opción de conservar nuestro ADN, las verdaderas esencias de L’Alfàs para futuras generaciones.
Tras años de esfuerzo y sacrificio, no hace mucho L’Alfàs conseguía abrir su museo etnográfico, Una asignatura pendiente que ha logrado aprobar dignamente, con aperos, antigüedades fotos y vídeos de nuestros antepasados, sus usos y tradiciones , pero para saber de la “fuenta la Maravilla”, la confección de embutidos, la importancia de las cisternas en L’Alfàs; conocer de sus pastores y ganados o el funcionamiento del “carburero”; para eso, digo, habría que hablar necesariamente con alguno de esos “museos vivientes” (personas mayores) a los que aludía Manuel Lázaro no hace mucho en El Mundo, a los que dejamos marchar la mayoría de las veces sin prestar demasiada atención, ocupados como estamos con nuestros trepidantes ritmos de vida.
Y ahí radica lo verdaderamente excepcional de Vicente Pérez, que además de conocerlo le gustaba contarlo en sus escritos que eran una verdadera pasión para él , una especie de fuego interno que aventaba su ilusión de vivir, inconformismo y vitalidad hasta el punto que cuando perfilaba estas palabras este verano, a miles de kilómetros de L’Alfàs (la perspectiva de la distancia), me percaté de que a pesar de los muchos años que nos separaban, siempre lo consideré un amigo más, un buen amigo , ausente a partir de ahora, pero al que siempre recordaré con cariño con la generosa sonrisa que me brindara en el que los dos sabíamos seria nuestro último adiós, un adiós que el destino impidió pudiera dar a Francisco “El Cuent”, mi padre y su amigo, hace tiempo enfermo y del que él elogiaba su trabajo con sus olivos, que decía “deixava com alfabegueres”.


Que la tierra te sea leve, “amigatxo”!!!

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