“EL TIEMPO GRAN ESCULTOR”
(Diario Información de Alicante, 29/07/2024)
Un año más se ha celebrado en L’Alfàs del Pi un homenaje recordando a las víctimas de los atentados en Oslo y en Utøya en virtud de los lazos que durante décadas nos unen con los ciudadanos de ese país. Un acto solemne e íntimo porque la mayoría de los residentes regresan a su país para disfrutar de los incomparables aunque fugaces veranos escandinavos.
Hace trece años el DIARIO INFORMACIÓN tuvo a bien publicarme un artículo en el que plasmaba las impresiones de los atentados en Oslo, donde llegué escasas horas después de la tragedia. Concluía con “ El tiempo dirá”, aludiendo al titánico esfuerzo que la sociedad noruega tendría que hacer para comprender cómo podía haber sucedido un acto tan monstruoso y sobretodo, el hecho de que el perpetrador fuera alguien incubado al calor de su envidiado estado del bienestar: uno de los suyos.
A trece años vista en mi opinión como se suele decir, los noruegos han hecho los deberes. La extrema derecha no tiene representación en las instituciones del país y ni se le espera, aunque nadie está a salvo de los lobos solitarios.
Los jóvenes socialistas que sobrevivieron en la Isla en su gran mayoría, tras curar cuerpos, y en la medida de lo posible, sus almas, han venido llevando a cabo una especie de apostolado por centros educativos y medios de comunicación en lo que se ha demostrado ser una efectiva campaña de vacunación masiva contra el odio y la intolerancia que siempre ha caracterizado a la extrema derecha.
Lo mismo cabe decir de los principales partidos que desde el principio entendieron lo vital que es para el país no hacer un uso partidista de los luctuosos sucesos.
Y luego está, claro, el recuerdo anual a las víctimas, sentido y solemne, celebrado a lo largo y ancho del país, que une a todos los noruegos, al margen de su edad e ideología en un proyecto común, hacer frente a la barbarie del fascismo.
Un emocionado y joven pastor noruego nos dirigió unas palabras este año a los congregados para el acto en el Parque en honor al sociólogo y mediador por la paz Johan Galthung, recientemente fallecido.Nos confesaba haber perdido a más de 50 amigos a manos del asesino ultraderechista en Utøya, la isla con forma de corazón.Después relataría una visita con su padre y su hijo de corta edad y cómo al primero se le encogía el alma, pensando en lo que fácilmente podría haberle ocurrido a su hijo, mientras el segundo jugaba ajeno a la tragedia poniendo el dedo en los agujeros que las numerosas balas habían dejado en los troncos de los árboles, ajeno aún a la tragedia.
Noruega pues parece avanzar hacia un futuro esperanzador.
¿Pero qué es lo que ha dicho el tiempo para el resto de nosotros? Marguerite Yourcenar decía que el tiempo es un gran escultor. Si hemos de ser sinceros los perfiles que ha esculpido tanto para nuestro país como para el continente europeo ( del resto mejor no hablar), están llenos de peligrosas aristas.
¿Quién en 2011 hubiera podido pensar que en poco más de una década llegaría la extrema derecha no solo a las instituciones, sino a los gobiernos de centenares de municipios y algunas comunidades autónomas?. La ruptura de ahora es un paripé, dado que siguen imponiendo agendas y apuntalando gobiernos.
¿Quién hubiera podido imaginar a un líder de un partido democrático exigiendo el envío de la Armada contra las pateras de desahuciados del tercer mundo aventando algunas de las peores pasiones que puede incubar el ser humano?
En su libro “Europa, una historia personal”, el historiador británico Timothy Garton Ash, nos habla del entusiasmo y optimismo con que vivió la reconstrucción de la Europa tras la guerra y la conformación posterior del proyecto europeo. Sin embargo el tono no puede contrastar más con el que se desprende de uno de sus últimos artículos, “¿Un orden que se desmorona?” (El País, 22/07/24) . El título lo dice todo.
También a la revista TIME le inquieta el auge de la extrema derecha en el viejo continente a duras penas exhortizado en las últimas elecciones de Francia y pone el dedo en la llaga; lo que llama “The Invisible Third” ( los terceros invisibles). Aquellos que no se sienten interpelados por los discursos políticos oficiales, los ignorados sin silla en la mesa, jóvenes en su mayoría y cuyo voto en consecuencia no se puede presuponer.
Pintan bastos pues. Mientras tanto en la Comunidad Valenciana siempre tendremos a Carlos Mazón, que ha prometido regar las semillas que ha plantado Vox. No estaría de más que fuera más preciso,... si se atreve.