“ JOHAN GALTUNG, UN “ALFASSÍ” UNIVERSAL”
Me avisan de que el noruego Johan Galtung acaba de fallecer. Sociólogo y matemático de profesión, dedicó toda su vida a trabajar en favor de la paz y la resolución pacífica de los problemas.
Los que le conocíamos estábamos al corriente de su avanzada edad y últimamente, de su delicado estado de salud . Pero aún así, la noticia nos ha llegado en L’Alfàs, como un mazazo, porque es aquí donde decidió pasar una importante parte de su vida y donde, según me confesó, había escrito la mayoría de su obra, en una pequeña oficina bien iluminada, empapelada con libros, con vistas al Puig Campana.
“ Aquí tenemos el mejor microclima del mundo.”, aseguraba con su eterna sonrisa. Sabía de lo que hablaba y mostraba con orgullo y para nuestro regocijo, su tarjeta de visita donde nuestro pequeño municipio se codeaba con Zurich, Ginebra, Tokio o Honolulu.
Galtung era una agradable caja de sorpresas. La primera vez que me topé con él fue en 1984 , en la primera edición de los cursos de la universidad de verano de Benidorm, que haberlos los hubo por raro que nos parezca. Eran los los albores de los gobiernos de izquierda y el recién estrenado gobierno socialista, con Català Chana de alcalde, decidió apostar por la cultura, aunque de índole muy diferente a la tan aplaudida Benidorm Fest actual, pero claro eran otros tiempos...
La Universidad de Alicante que los organizaba, apostaría fuerte y el otro día comentando la la luctuosa novedad con un buen amigo con el que matriculé, coincidimos en destacar el gran nivel de aquellas jornadas. Eran tan variada e interesante la oferta que no nos pudimos resistir a curiosear en propuestas distintas a aquellas en la que nos habíamos inscrito y de esta forma aterrizamos en un aula donde había ponente con pinta de sabio despistado que se defendía en un castellano más que aceptable para exponer, ¡hace cuarenta años!, los problemas que se habrían de derivar en Castilla La Mancha de la sobre explotación de sus acuíferos.
Y muchos años más tarde, cuando asumiera el área de Cultura y Educación en L’Alfàs del Pi, me encontraría con un proyecto de ocurrente nombre que el corrimiento de tierras en la política municipal había dejado varado esperando tiempos mejores, “Alfa , Delta, Pi”. Era una empresa ambiciosa que pretendía contar con la presencias de figuras internacionales de primer orden . Más tarde, recuperada la estabilidad en la política local con un gobierno socialista, el actual alcalde Vicente Arques, recuperaría finalmente esta iniciativa en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid.
La imagen de un Galtung sonriente con su eterna camisa hawaiana, apostando por los referendos acordados en Euskadi y Cataluña, resistiendo las embestidas de García Abadillo, periodista de El Mundo, crispado en su empeño por adjudicar la autoría de los atentados del 11 de marzo de 2004 a ETA, con todo lo que ya se sabía, es indescriptible.
Y luego está que te podía aparecer cuando menos lo esperabas, ya sea recorriendo el Cami del Far con su pequeño scooter, que es como lo sacó la televisión estatal noruega NRK en un programa de navidad, para alegría de mi familia, -estábamos en Oslo ese año- o sentado en Gardemoen, aeropuerto de esa misma ciudad, ordenando meticulosamente los tickets de compra que disponía cuidadosamente en el suelo para sorpresa de sus formales y un tanto envarados paisanos.
Pero para sorpresas las que nos llevamos sus invitados cuando tras haber dado cuenta de los platos japoneses que delicadamente había preparado su mujer se apresuró a coger un libro de poemas de un estante y nos leyó uno que elogiaba las propiedades del caldo con el que habíamos regado el sushi, el takoyaki y demás. Resultó que la autoría de los versos correspondía ni más ni menos que al Ayatola Jomeini, autoridad religiosa iraní, que en teoría habría tenido terminantemente prohibido catar una sola gota del blanco variedad Malvasía que que había hecho las delicias de los comensales.
Le echaremos de menos en L’ Alfàs, un pueblo al que acompañó en su progreso. “Cuando vine solo vi cuatro señoras mayores de negro, unas cuantas moscas en el bar “Andreuet” y un taxi aparcado junto a la iglesia”. Es lo que dijo en su discurso de nombramiento Doctor Honoris Causa en la Universidad de Alicante, antes de confesar su amor incondicional por L’Alfàs, y lo hizo como era él, con vaqueros y camisa Hawaiana en un acto marcado por la “gravitas” que les caracteriza, rodeado de autoridades académicas con birrete, muy serias pero cuya mirada delataba el afecto y admiración que profesaban al peculiar doctorando.
Se ha ido en unos momento convulsos cuando más necesitamos a personas como él, pero en L’ Alfàs siempre nos quedarán los recuerdos, su legado y el parque que con su mismo nombre se le dedicara en su día, donde se erige también una escultura de Ibarrola, otro luchador por la paz recientemente fallecido. Estamos en racha.
“Sid Tibi Terra Levis”, amigo
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