martes, 8 de julio de 2025

"DE LA CORRUPCION, MENTIRAS Y LEALTADES"











 A quienes ya acumulamos algunos años, nos resulta imposible no experimentar una devastadora sensación de déjà vu ante el último escándalo de corrupción, esta vez protagonizado por destacados militantes y cargos públicos del PSOE.

    Como en la famosa novela de Dickens, regresan a nuestra memoria nombres de empresas de infausto recuerdo —Filesa, Malesa, Time Export— y figuras espectrales del pasado más turbio de nuestra democracia: Roldán, Barrionuevo, Rafael Vera, Amedo, se nos aparecen en pesadillas . Aquellos hechos no solo sacudieron al partido y a su militancia, sino que tuvieron consecuencias devastadoras para toda la sociedad. Quedamos entonces a merced de lo que vendría después: los gobiernos de Aznar, con sus políticas implacables y sus mentiras, que ya entonces amenazaban con manipular elecciones y no acatar sus resultados.

    Por eso cuesta comprender que Eduardo Madina afirme no recordar situaciones comparables bajo otros liderazgos socialistas. Más aún cuando lo actual está lejos de probarse como una trama estructural del partido, como sí ocurrió bajo Felipe González o como ha sido evidente en el caso del Partido Popular, cuya sede —conviene no olvidarlo— fue literalmente pagada con dinero negro.

    Madina es, sin duda, una figura respetada dentro del socialismo español. Su valentía en tiempos difíciles, que casi le costó la vida, está fuera de toda duda. Pero desde que perdió las primarias frente a Pedro Sánchez, su discurso ha adquirido un tono amargo, en línea con otros referentes desencantados: Alfonso Guerra, Felipe González, Javier Lambán, Emiliano García-Page… Todos ellos parecen hoy más cómodos atacando a su propio partido y secretario general que defendiéndolo, incluso frente a una ofensiva mediática y política brutal por parte de la derecha, la ultraderecha y la ya célebre fachosfera.

    Ni siquiera las circunstancias extremas que ha debido afrontar el presidente del Gobierno —el procés, la pandemia, la borrasca Filomena, la guerra de Putin— han despertado en ellos un mínimo de empatía o comprensión. No se pide entusiasmo, pero sí algo de ecuanimidad ante una gestión que, pese a todo, ha logrado avances significativos.

    Incluso cuando Pedro Sánchez ha demostrado un liderazgo europeo firme —denunciando el genocidio de Netanyahu o enfrentando sin ambigüedad el delirio de Trump—, no ha recibido un solo gesto de reconocimiento por parte de esta troupe. Unos, instalados en esa visión patrimonial del Estado tan típica del PP, donde siguen convencidos de que el poder les pertenece por derecho natural. Y los otros haciendo lo propio en el seno del PSOE. Ellos son los custodios de las esencias socialistas y Sánchez, una suerte de advenedizo a quien criticar , mientras dan oxígeno a los mismos que quieren destruir los avances logrados.

    En su imprescindible artículo “Corrupción española”, el añorado Santos Juliá —cuánta falta haría hoy— citaba a Karl Marx:Ninguna revolución ha ofrecido un espectáculo tan escandaloso en la conducta de sus hombres públicos como la española, emprendida en interés de la moralidad… ya fueran partidarios de Espartero o de Narváez”.

    La corrupción, en efecto, es un problema estructural y profundo. Pero hay formas distintas de afrontarla. Hoy no se lincha al denunciante, y es impensable que se rindiera homenaje a un corrupto a las puertas de la cárcel, si llegara el caso. Algo se habrá avanzado.

    Mientras tanto, para situarnos en las coordenadas correctas ante tanta incertidumbre,los militantes y simpatizantes socialistas siempre podremos aferrarnos a esa larga lista de conquistas sociales promovidas por los gobiernos de Pedro Sánchez y de persistir las dudas aplicar el criterio que sugería hace poco Ramón Espinar a quien observar la lista de enemigos que enfrenta el presidente español: Putin, Trump, Netanyahu, Orbán… le impelía a alistarse en su ejército. No parece demasiado difícil detectar el lado correcto de la historia en esta ocasión.

    Porque si como advertía Santos Juliá, la democracia española solo tendrá futuro “si se revierte la huida hacia los extremos emprendida por los secesionistas catalanes y las derechas españolas”, conviene no olvidar que por fin los socialistas vuelven a gobernar en Cataluña y el secesionismo atraviesa su momento más bajo.

    El problema, de nuevo son las derechas españolas embarcadas en una peligrosa deriva que las lleva a confluir con la derecha extrema ; pero lo más surrealista de todo es que sean socialistas descontentos quienes más empeñados parecen en extender la alfombra roja a los auténticos enemigos de la democracia. A lo mejor es que no han visto lo que, con aguda ironía, retrataba Riki Blanco en una de sus viñetas : “Estáis a un Pedro Sánchez de que entren los fachas.”

    Pues eso mismo.



sábado, 26 de abril de 2025

"EL RAPTO DE BENIDORM"




EL RAPTO DE BENIDORM”



    En estas fechas, alfasinos, nucieros y alteanos nos preparamos para celebrar nuestra onomástica más entrañable y festiva: San Vicent. Una celebración que habita en lo más profundo de nuestros corazones y nos transporta a momentos imborrables de la infancia, vividos primero con nuestros padres y, más tarde, con los amigos, en el incomparable paraje del Captivador y su Ermita: “encrucijada histórica de pueblos”, como reza el subtítulo del minucioso estudio que sobre este enclave y la figura del Pare Vicent realizaron con entusiasmo J. Soler, R. Frías y A. Castillejo, devotos del Santo y alfacinos de pro..

    El nombre de Vicente, por otro lado, es uno de esos pocos que resisten con dignidad el paso del tiempo, las modas y los esnobismos. ¿Quién no tiene algún Vicente entre sus amigos o familiares? Yo, personalmente, guardo especial admiración por uno en particular, al que las circunstancias me llevaron a colocar en lo más alto de mi altar laico de referentes: el añorado Vicent Pérez Devesa, alcalde de Benidorm por antonomasia. Un auténtico verso libre del municipalismo, que supo conjugar su militancia política con su amor por la pilota valenciana y la música de Lluís Llach.

    Recuerdo con nitidez aquel momento, poco después de la moción de censura en L’Alfàs del año 2002, cuando el Partido Popular celebraba la consecución, por primera vez en democracia, de su alcaldía. En la gala inaugural del Festival de Cine desembarcaron consellers, diputados y altos cargos en tal número que el espectáculo recordaba al “Día D” en Normandía. Y sin embargo, solo alguien como Vicent fue capaz de abandonar la pompa y la ceremonia para cruzar el auditorio de la Casa de Cultura, acercarse a mí —recién estrenado portavoz del grupo independiente en la oposición, al que no conocía de nada— y ofrecerme unas palabras de ánimo y una palmada sincera en la espalda. “Sic transit gloria mundi”.

    Ese gesto tuvo en mí un efecto profundamente balsámico, en un contexto de crispación extrema. Fue una lección impagable, que por suerte —pues Vicent nos dejaría pronto— pude agradecerle en persona tiempo después.

    Pero hoy no solo el recuerdo entrañable me lleva a evocar su figura. También lo hace una inquietud: la sentencia firme del Tribunal Supremo que obliga a su querido Benidorm a pagar más de 300 millones de euros, con un coste diario en decenas de miles que amenaza con devorar el futuro de la ciudad. Un golpe de magnitud similar al de la DANA en los municipios valencianos. Con Vicent, esto jamás habría llegado tan lejos.

    Lo más desconcertante es que aquí nadie parece darse por aludido. Todos esperando que escampe, en un asunto de tal envergadura que incluso en algún momento de la sentencia se menciona a la Generalitat como responsable subsidiaria —aunque no figure así en el fallo definitivo. ¿En un caso que lleva más de veinte años en los tribunales (como bien subraya el propio Supremo), nadie lo vio venir? ¿Nadie fue capaz de alzar la voz, aunque fuera para soltar un ridículo “jope”?

    Benidorm, tocada por la varita mágica en tantos aspectos, no ha tenido igual fortuna con algunos de sus alcaldes, salvando honrosas excepciones como Pedro Zaragoza y, por supuesto, Vicent Pérez Devesa.

    Catalán Chana intentó, con acierto, que la ciudad trascendiera los clichés con iniciativas como los cursos de verano junto a la Universidad de Alicante, pero fue arrollado por Zaplana y la moción de censura del “Marujazo”. Con él comenzó la fiesta… y nuestra ruina. La inauguración simbólica fue una falla monumental: Sierra Cortina. La mayor pinada del Mediterráneo ardió por los cuatro costados, como me contaba un bombero que participó en su extinción. Toda una premonición.

    A Benidorm, sin embargo, el cartagenero Zaplana le quedaba pequeño. Nunca fue más que un trampolín. Fenoll no pasó de ser una especie de ortodoncia en la política municipal, y Agustín Navarro, ya con el PSOE, bastante hizo con lo que tenía al lado (y, sobre todo, detrás).

    Por eso muchos quisimos ver en Toni Pérez, con el plus simpaticón de su xirimita, una suerte de reencarnación de Pérez Devesa. Pero el tiempo —ese escultor implacable, como decía Yourcenar— ha ido perfilando sus verdaderas facciones, más próximas a las del siniestro flautista de Hamelín. La sentencia del Supremo ha roto por fin el hechizo de su dolçaina, y todos han despertado… justo cuando ya están a los pies de los caballos.

    Así las cosas, solo veo dos salidas posibles. La primera, que Vicent Pérez Devesa, devoto de la patrona de Benidorm hasta el final —nos dejó el mismo día de La Mare de Déu dels Sofragis—, preste un último servicio a su ciudad e interceda ante ella. Sin olvidar, por supuesto, a San Vicent Ferrer, gran hacedor de milagros, quien en su última carta a los valencianos dejó dicho: “que vivan tranquilos, que mi protección no les faltará jamás”. Tómesele pues la palabra.

    La segunda opción es rezarles a ambos para que Trump no se entere de la situación financiera de la ciudad… y le dé por comprársela, Canfali incluido.

    Crucemos los dedos… o encendamos unas velitas. Cada cual que elija su fe.




 

miércoles, 26 de febrero de 2025

NADIE HABLARÁ DE NOSOTROS CUANDO HAYAMOS MUERTO


 


    A menudo lamentamos la irrelevancia de la Europa actual y recordamos con nostalgia los tiempos en que marcaba el paso al resto del mundo con imponentes personalidades que para bien o para mal marcaron los designios del mundo. Ahora en cambio se le llama herbívora con cierta condescendencia .

    Pero lo cierto es que esta añorada hegemonía no la protagonizó el Viejo Continente como tal sino algunos de los países que lo integran y la ejercieron sucesivamente durante algún tiempo mientras el resto se la disputaban a cañonazos por tierra, mar y aire. Porque la verdad es que el Viejo Continente nunca ha estado más unido en lo económico, en lo político y hasta en lo militar que ahora gracias a la arquitectura de la que a trancas y barrancas consiguió dotarse sobre los cascotes y cenizas de la Segunda Guerra Mundial.

    Era a lo que el primer ministro británico Winston Churchill no paraba de emplazar a todo aquel que le quisiera escuchar, (muchos por aquel entonces), “We must recreate the European family in a regional structure called, it may be the Unite Nations of Europe ( “debemos refundar la familia europea con una estructura regional llamada, puede que Los Estados Unidos de Europa ” Winston ChurchillSpeaking With Different Tongues”).

    Había sin embargo una segunda recomendación que no fue atendida en su totalidad : la formación de un ejército europeo (“ international armed force”) que disuadiera cualquier veleidad expansionista de los soviéticos que él ya barruntaba acabaría por producirse. Era más práctico dejárselo al amigo americano, encantado con el papel mientras llevara la voz cantante.

    Y así ha estado Europa, sesteando plácidamente ochenta años durante los que ni la Guerra de los Balcanes, ni la invasión de Crimea ni la actual Guerra de Ucrania le han supuesto mayor sobresalto. Cuando al final ha caído de la higuera con el regreso de Trump y el inicio de lo que Andrea Rizzi ha dado en llamar la era de la revancha”, resulta que nuestro amigo americano no es que no esté ya a nuestro lado, lo tenemos enfrente transmutado en ese ogro naranja de González Pons que nos mira enfurruñado mientras hace manitas con Putin.

    La prestigiosa revista TIME resumía en tres magníficas portadas la degradación que ha experimentado el panorama político ( y social) en EEUU. La primera la dedicaba al reciente fallecimiento de Jimmy Carter, fundador del Carter Centre para defender los derechos humanos a nivel mundial. Fue artífice también de los acuerdos de Camp Davis, los más exitosos después de los tratados de la Segunda Guerra Mundial. En la segunda tenemos a un un exultante Trump tras su victoria electoral que aparece como descansando su pie sobre un trofeo; ¿ Biden o Europa?. Frente a Camp Davis para la paz en Oriente Medio, él propone una urbanización de lujo en modo Riviera para una Gaza previamente desinfestada de palestinos, siempre un incordio.

    Y ya la tercera de las portadas, la más polémica y venenosa de todas, se la dedica al excéntrico dueño de Tesla, aficionado al saludo romano y fan de la extrema derecha alemana, que aparece sentado tras el “resolute”, escritorio presidencial, regalo de la Reina Victoria tras el que en su día descansaran sus posaderas Kennedy o el mismísimo Roosevelt .

    Quedan pocas dudas pues de que asistimos a un brusco cambio de ciclo, en movimiento pendular. Surgen otra vez ridículos personajes como aquellos de principios del siglo XX, que lucen extraños peinados o barbitas (antes fueron bigotitos) , se maquillan con polvos naranja o se ponen de puntillas para las fotos, diciendo barbaridades. Lo de la motosierra es sin duda una interesante aportación del progreso a la causa.

    Sucede sin embargo que al final todas estas astracanadas que persiguen subvertir democracias y difundir odio tienen un evidente poder hipnótico para importantes segmentos de la población porque cuentan con vectores de difusión muy efectivos en las redes sociales y sus algoritmos, mucho más potentes que aquellas radios de una sola emisora que regalaba Goebles a los alemanes. Huelga decir como acabó todo aquello.

    Europa tiene la oportunidad ahora de hacerse mayor de una vez por todas. Probablemente sea el único lugar donde aún crezca el árbol de la libertad de Thomas Jefferson, aquel que como él decía, de vez en cuando ha de regarse con la sangre de tiranos y de patriotas, porque es su abono natural (“ its natural manure”). El ejemplar más hermoso crece ahora mismo sin duda alguna en las castigadas llanuras de Ucrania.

    La cuestión es si el Viejo Continente admitirá esta realidad antes de que sea demasiado tarde, porque de ganar los malos esta vez lo primero que harían sería reescribir la historia, su especialidad y caería en el olvido todo lo que aquí se ha conseguido con tanta “ sangre, sudor y lágrimas” .


domingo, 12 de enero de 2025

"El cuestionable disfraz de una bendición"

















Terminado el último capitulo de un nuevo año que pasa a engrosar nuestra biografía, es difícil no volver la vista atrás para ver los pelos que nos hemos dejado en la gatera, en forma de contratiempos, sueños incumplidos o propósitos por culminar y ya en el otro fiel,  todo lo que de bueno nos haya podido acontecer. 

Y lo hacemos, claro está, con la esperanza de que el balance como en la declaración del IRPF,  salga a devolver. Es también lo que en definitiva hacen  nuestros representantes políticos de toda instancia y color  con los  ya tradicionales discursos de Navidad.

  Feijoó  fiel a su tradición, no deja pasar una ocasión para hacer el ridículo, lo único que no se puede permitir quien se dedica a la política   según Churchill. No tuvo mejor ocurrencia que poner a Mazón como ejemplo de eficiencia por su gestión  en la DANA de infausto recuerdo. 

Del Presidente de la Comunidad Valenciana no les sabría  decir, porque al comprobar que  no  informaba de su dimisión dejé de prestarle atención  y seguí con la salsa de los espagueti no sin antes constatar, eso sí, que hablaba en valenciano  como se le aconsejara  en el transcurso de esa comida-merienda que tan cara nos costara a los valencianos. La última polémica del pago del misterioso ticket roza ya el ensañamiento.

Y con  Pedro Sánchez por tópico que sea, es difícil no destacar su resiliencia, la ilusión y perseverancia que pone en sus tareas de gobierno con todo lo que le ha caído y lo que sus oponentes  auguran le espera a la vuelta de la esquina, porque algo deben saber. Ni sus más enconados rivales pueden discutirle la buena marcha de la economía. Sólo el drama de la vivienda para miles de españoles le podría aguar la fiesta, porque  además, en el terreno internacional es evidente la relevancia que ha logrado nuestro país  en sus años de gobierno. “ España es un socio europeo capaz de pivotar entre socios alternativos que a veces no pueden trabajar entre sí. (…)  Sus principales figuras hablan inglés. (…) Un gobierno diferente distraído luchando  en guerras culturales no sería capaz de avanzar y retrocedería a un estado de segunda fila.” Escribía el periodista Jeremy Cliffe no hace mucho en El País .

No es algo menor cuando en el Viejo Continente estamos a punto de celebrar el  tercer aniversario de la enésima guerra librada en  su suelo y en unas circunstancias que no invitan para nada al optimismo. Europa tiene el corazón gripado.  Merkel se fue y su sucesor,Scholz al igual que   Macron  está en sus horas más bajas y con  el aliento de la ultraderecha en sus pescuezos. Una ultraderecha que gobierna Italia y Hungría; que lo ha empezado a hacer en  Georgia a pesar de las acusaciones de fraude,  y lo intenta en Rumanía donde se han anulado los resultados de los últimos comicios ante las más que evidentes muestras de injerencia rusa. Y todo esto a escasas fechas de que Trump (y Musk) asuma el gobierno de EEUU.

Hace mucho que el Viejo Continente no presentaba un nivel de vulnerabilidad tan grande. Las democracias no han dejado de languidecer por las cicatrices mal curadas tras las diferentes crisis por las que hemos pasado y el deterioro de sus estados del bienestar. La paradoja es que acaben siendo precisamente  los más perjudicados por los efectos de la gran depresión y sucesivas pandemias las que pueden poner la alfombra al nuevo capitalismo  ahora de cuño financiero-digital. 

Cómo no será la desesperación que impera en Ucrania, y también en Gaza, para que algunos de sus desafortunados habitantes fíen a la llegada de Trump el fin de sus sufrimientos. 

A mi me recuerda un episodio que relata Churchill en el último tomo de sus memorias “The Iron Curtain”, (El Telón de Acero). La Guerra  daba sus últimos  estertores con Japón a punto de caramelo. Él tenía la esperanza de rematar su brillante ejecutoria durante el conflicto, pero los socialistas se interpusieron con su victoria. Cuando su esposa Clementine para consolarle y preocupada también por su delicado estado de salud le dijera  que la noticia podría ser “ a blessing in disguise” ( “una bendición disfrazada”), Churchill haciendo gala de su renombrado sarcasmo replicaría : “At the moment it seems quite an effective disguise” ( “en este momento me parece un disfraz muy efectivo”.) 

Como el de Trump, como solución de todos los males. 

El tiempo dirá, pero muy bien no es que pinte.