domingo, 11 de octubre de 2020

 

DE ESPEJOS Y REALIDADES




Los espejos siempre han tenido un componente mágico con infinidad de posibilidades literarias . Eso de ver reflejada nuestra imagen a un palmo de la nariz tiene su cosa. Y más aún si lo que se refleja es el perfil de otro en lugar del propio, como aseguraba un periodista de esta casa sucedía a inicios de legislatura con los socialistas valencianos, que veían la imagen de Mónica Oltra cuando se enfrentaban a este objeto por las mañanas. Me da que no sería para tanto en estos momentos

Joan Fuster por su parte no se andaba con miramientos y en uno de sus aforismos evidenció una visión de la humanidad más descarnada. Si en alguna ocasión, decía el de Sueca, un espejo nos mostrara tal como somos, optaríamos por el suicidio, dado el insufrible contraste entre realidad y la imagen idealizada que sobre uno mismo tendemos a elaborar.

Sea como fuere, si alguna virtud ha tenido esta pandemia ha sido precisamente la de situarnos frente a un espejo, cruel e inmisericorde , pero honesto a fin de cuentas , y revelar la desolación que campa por doquier en el país y de la que más nos valdría ir tomando nota.

Es lo que de alguna manera venía a denunciar el artículo Juan R. Gil en el INFORMACIÓN del domingo con la gestión que se ha hecho en la sanidad valenciana y esa tentación siempre presente en nuestros políticos de negar la mayor y recurrir al trilerismo, sin asumir consecuencia alguna.

Es cierto que el COVID llegó cuando apenas nos habíamos repuesto de las plagas que constituyeron en nuestra Comunidad los sucesivos gobiernos del PP, pero no deberíamos obviar que los del Botànic llevan años al timón y algo tendrán que decir sobre la mejor forma de afrontar el presente y atacar el futuro para salir a delante. Y la verdad es que no hay margen para la complacencia por mucho que con frecuencia parezca que estén encantados de haberse conocido .


En educación sin ir más lejos, más de cinco años de gobierno de coalición, no han conseguido devolver al sistema educativo a la situación previa a los recortes de la derecha, ni en medios o infraestructuras ni en plantillas, ni en condiciones laborales del profesorado, ni en reconocimiento de su labor. Era más urgente armar un determinado modelo educativo para dejar impronta que tapar las evidentes vías de agua que el confinamiento a hecho estallar en sus narices, y que en buena medida estaban en el origen de las mareas verdes que les ayudaron a pisar moqueta.


Si la primera ola nos dejó noqueados sin armas ni recursos para abordar nuestra tarea con dignidad y créanme, mejor no entrar en detalles, la segunda acometida pandémica y la vuelta a las aulas ha hecho saltar todas las costuras que aún resistían en nuestro sistema escolar, mostrando que está a años luz de garantizar la tan cacareada educación para siglo XXI : obsolescencia o inexistencia de equipamiento informáticos, unas conexiones a internet más propias de Abisinia que de la cuarta o quinta, economía europea y, como no, su cronificada masificación, un auténtico clásico. Todo esto ha acabado por dar al traste con los escasos logros que en calidad educativa se habían podido arrancar con mucho esfuerzo y tesón. Así desdobles, laboratorios, aulas de música o tecnología han recuperado su condición de utopía, salvo de las bibliotecas escolares que hace tiempo duermen el sueño de los justos;y los bachilleratos por su parte, y esto es realmente grave, se han visto abocados a una presencialidad “interrupta” que nada bueno habrá de traer por mucho que se rebajen las exigencias en las pruebas selectivas.


Y así, mientras los políticos se desayunan prometiendo montañas “conectadas” e “inteligentes”, sucede que sus partidos condenan a la escuelas valencianas al siglo XIX, por si la plaga no había puesto bien a las claras el camino a seguir.


A inicios de la pandemia, decía Pablo Simón en su artículo “Odiar la educación” que “ si un país tiene antes un plan para ordenar sus playas y terrazas que su sistema educativo, algo no va demasiado bien”; si no puede haber economía sin salud, ¿podrá haber un futuro sin educación? Si las generaciones venideras son las que habrán de apechugar con la ingente deuda que les dejaremos, ¿ no habríamos que equiparles al menos con las armas y recursos para poder salir adelante?

Pues bien que alguien lea las 35 medidas que propuso Puig en el debate del estado de la Comunidad, y después, si no es mucho pedir, nos diga si no se echa en falta algo más las luces largas en cuestión tan capital.


viernes, 15 de mayo de 2020

“ABRAZOS PROHIBIDOS”



"A Juan Genovés, pintor Valenciano, In Memoriam"

                        No podrían haber elegido los de Vetusta Morla mejor momento para lanzar a los cuatro vientos el tema que da título al presente artículo. Lo hacen en un país y continente donde  se dan  cita  todos los males del siglo XX  ,”el odio, las fronteras y el miedo”,  como decía Edmundo de Waal en un reciente artículo. Por si fuera poco a estos se le ha acabado sumando esta “peste”, versión 3.0  que no deja de ser el COVID19 y que ha  sembrado devastación, miseria y desconfianza por doquier.
             Esta última, la desconfianza, prima hermana del miedo, corroe nuestra propia condición humana, y nos priva en las  situaciones límites  a las que miles de personas se han visto sometidas, de mostrar la compasión y el afecto que hubieran ofrecido sin dudar en condiciones normales, con  el  abrazo a un ser querido en el  último tramo de sus vida, pongamos por caso.
            Era un gesto ,- el abrazo, digo-  que pasaba desapercibido, que teníamos de algún modo automatizado y que se “disparaba” en las ocasiones realmente especiales, entrañables, porque implicaba cercanía, contacto,  calor físico; pero también  de espíritu, una simbólica aproximación de corazones. No es extraño por tanto que tras estas cinco interminables semanas de confinamiento se le haya empezado a reivindicar y poner en valor. Lo echamos de menos.

            Pero el abrazo tiene también  otra vertiente  más trascendente si cabe  que no deberíamos desatender
            Cuando acabamos de conmemorar el aniversario de la rendición nazi y de celebrar el Día de  Europa,   no se debería  olvidar  que el periodo más largo de paz y prosperidad  vivido e este convulso continente se ha forjado en buena medida,  precisamente, a base de abrazos.

            Como el que la Gran Bretaña de Churchill  en solitario  brindara a la Europa esclavizada por Hitler,  que reivindicaría años más tarde“Greece will never forget how much we gave from the little we had” (Grecia nunca olvidará lo mucho que dimos , teniendo tan poco”); como el posterior abrazo de EEUU a Gran Bretaña y a Europa en su conjunto al entrar en la contienda  o  el providencial  Plan Marshall ; como el de Alemania y Francia en su histórica reconciliación que allanó el terreno para el proyecto Europeo, o el de los propios alemanes con la caída del Muro, o el de los portugueses en su Revolución de los Claveles y su emotiva Grandola Vila Morena o finalmente  el nuestro, el de la transición, que tan bien  reflejara Genovés en su cuadro del mismo nombre.

            Los efectos benéficos del abrazo, son pues indiscutibles, pero lo son aún cuando vienen mal dadas ,en mitad de una galerna como la que  nos azota en estos momentos. Hacer piña, arrimar el hombro, remar en la misma dirección, ser honestos,  es una cuestión de pura supervivencia.  Lo primero es no zozobrar. Así se ha entendido en toda Europa. Tiempo habrá para el reproche y la rendición de cuentas. Bastante tienen los gobiernos  de turno con lidiar   el morlaco que les ha tocado . Así se ha entendido en toda Europa  decía…, menos  en España.

            Tenemos aquí una derecha, (con los nacionalistas no pierdo más el tiempo) que lo que quieren es  hundir el país para después rescatarlo  , según  Montoro en un rapto de sinceridad. Lo que pasa es que ya sabemos a quienes les da siempre por arrojar por la borda con tal de  salvarse ellos ; de nuevo tenemos  aquello de  “jugamos como digo o  rompo el juguete”, Cuarenta años de franquismo les extendieron, es lo que creen, la escritura de propiedad .

            Decía Marco Aurelio, por cierto, víctima él mismo de la peste,  que había que actuar con prudencia y decir siempre la verdad. Poco hay más prudente  aquí y ahora que curar heridas, ahuyentar a la muerte y  desterrar a la oscuridad, como reza  la canción. Pero este Partido Popular de Casado, instalado en una permanente impostura, el único abrazo que al parecer está en condiciones de dar al país , una vez más  es  “ el abrazo  del oso”, especialidad de la casa .
El dragón al que se enfrenta España tiene, a lo que se ve, más de una cabeza.
           

viernes, 10 de abril de 2020

"EL VUELCO DEL DESTINO"





"Rapto de Europa". Fernando Bellver

«Ha habido muchos episodios de peste en el mundo, como también ha habido muchas guerras, y aún así la peste y las guerras nos pillan siempre desprevenidos». Quien nos iba a decir que estas palabras de Camús en  «La Peste» fueran  a cobrar tanta actualidad en pleno siglo XXI, cuando  nos veíamos  ya con un pie en Marte y otro donde hiciera falta. Calentamiento global aparte, éramos los amos del universo y este contratiempo  nos devuelve a  nuestra verdadera insignificancia.
            Pero, seamos honestos, no es que nos haya pillado desprevenidos;  es mucho peor; hemos negado las evidencias. En China se ocultaron  los primeros casos y la tomaron  con  un médico honrado que dio la voz de alarma ,  y aquí nos vendaríamos los ojos para reírnos de las precauciones que veíamos tomar a los comerciantes de ese país al frente de sus negocios. Ni siquiera nos preocupó, conociéndoles, que  bajaran las persianas .
            Y así seguiríamos  como quien oye llover,  sin renunciar a  nuestra sagrada  zona de confort,  actos sociales, deportivos o culturales  a tutiplén, porque  a nuestro alrededor todo seguía tan igual como diferente habrá de ser lo que resulte del devastador paso del coronavirus entre nosotros. Porque  tras la plaga ,nada vuelve a ser como antes, ni siquiera “ el corazón de quienes le sobreviven”, como sentencia  uno de los personajes de la obra en cuestión.
            Más nos hubiera valido “estar al loro” como se suele decir, porque ahora va a resultar que acabaremos pagando el pato los de siempre, Italia y España que despiertan una simpatía en según qué países del norte, inversamente proporcional  a la admiración que sienten por nuestras playas o clima. Las reacciones del simpático holandés de turno no se harían  esperar para hacer como antaño   las delicias de nuestra prima más querida, la de riesgo.



           


Y en estas estábamos, corazón en vilo pendiente de los boletines de noticias  a cual más estremecedor , cuando en el Whatsapp de un buen amigo veo la portada  de un librito que le regalara tiempo atrás, “La Idea de Europa”  y su triste comentario “¿Qué pensaría su autor Steiner en estos momentos?”
            Sin duda  tuvo suerte en abandonarnos el Premio de Asturias  antes de contemplar la desolación que se  adueña  de su  estimado Continente, cuna de la civilización según él,  para la  que jamás cejó en su empeño de encontrar  un denominador común que actuara como  argamasa. Como cuando resaltaba con convicción lo insignificante de sus distancias en comparación con otros casos. “Europa has been, is walked” (Europa ha sido,  es andada”), que es lo que  en definitiva hicieron desde las legiones romanas, pasando por los bárbaros hasta llegar a las tropas de Napoleón o Hitler. Incluso sus más imponentes   barreras geográficas serían  sorteadas por los elefantes cartagineses.

Por eso son  particularmente patéticos por inútiles,  los intentos de algunos líderes europeos del norte de huir con el botín amasado gracias a la Unión Europea ante el avance del coronavirus y me recuerdan de nuevo un personaje de la novela de Camús, que hace acopio de artículos  cuando la enfermedad azotaba Orán para especular,  teniendo que retirar los operarios del hospital a su muerte víctima de la plaga, todo lo que había  almacenado  bajo la cama.

El nuestro es sin duda un continente  complejo y contradictorio, donde  una cosa es la simpática e idílica  visión del campanario del próximo pueblo para el viajero que se lo  patea,  como  destacaba  Steiner,  y otra muy diferente, cuando es el campanario el que nos impide ver el camino que nos convendría  tomar, como puede ser  el caso.

En un magnífico artículo un Javier Solana, convaleciente aún  del coronavirus, apelaba  a la grandeza de Europa y sus líderes, titulándolo como uno de los volúmenes de las memorias de la Segunda Guerra Mundial  de Churchill, “Our Finest Hour”, (“Nuestro mejor momento”).

Modestamente  emularé su optimismo en el mío al titularlo como otro  ejemplar de la monumental obra del “bulldog inglés”  “The hinge of destiny” (“El Vuelco del Destino”), por eso de que Europa, según dicen, siempre se ha forjado en las crisis;  eso sí, con los dedos cruzados y esperando que  los acontecimientos no hicieran más apropiado el de otro de los integrantes de la sextalogía , “The Gathering Storm” (“La Tormenta en ciernes”),  por la cuenta que a todos   nos tiene, también a los del norte, por mucho que se esfuercen en ignorarlo.

miércoles, 5 de febrero de 2020

"L'ESCOLA QUE ENS AGRADA" Diario informacion de alicante, 4 de enero de 2020






“L ESCOLA QUE ENS AGRADA”


            Parece ayer cuando  recibíamos alborozados al Pacte del Botànic. Tras una larga y extenuante gestación y un  parto de alto riesgo nos liberábamos al fin de las garras populares que con tanta saña se habían aplicado a la rapiña en nuestros servicios públicos. En  en estas mismas páginas celebrábamos  por ejemplo ,que la  Conselleria d’ Educación recayera en manos  de quienes en principio  estábamos seguros restañarían los terribles destrozos que los recortes inmisericordes habían infrigido en nuestra escuela publica.

             Las esperanzas eran tan altas como bajo el listón que dejaban los que abandonaban  Campanar, rabo entre las piernas,   perseguidos por la misma ola de corrupción  que iba inundando todas y cada una  de  las consellerias  por las que habían campado durante décadas.

            A cinco años vista,  no hay tanto que celebrar. Estadísticas oficiales aparte, inasequibles siempre al desaliento,  lo cierto es que los recortes   en  educación  distan mucho de haberse revertido y ahí siguen de forma obstinada para quien los quiera ver en   ratios,  horarios de profesores  y precariedad cuando no ausencia de instalaciones dignas, por no mentar los retrasos  o impagos de becas y salarios ya sea de profesores o de auxiliares de conversación.

            La gratuidad de los libros de texto,  ( Xarxa Llibres) sin duda un gran acierto, no ha hecho sino aumentar las responsabilidades y tareas burocráticas de los docentes sobre cuyas  espaldas  descansa su gestión;  importante carga solo  comparable  al peso de las medallas que no dudan  otros en colgarse por lo  mismo , sin el menor rubor ni consideración.

            Y en esas estábamos cuando nos enteramos que el nuevo  Reglamento Orgánico y Funcional de Secundaria generará un modelo de institutos que nada tendrá que ver con el tan cacareado funcionamiento democrático de los centros,  reivindicación  histórica de la izquierda. La capacidad que se  otorga a los directores para “pixelar” según qué plazas y configurar  así equipos de trabajo por afinidad  a supuestos proyectos y avanzar así hacia “l’escola que ens agrada”, (Marzà dixit) acabará por fomentar, al tiempo,  amiguismos,  adulación o la simple   docilidad en un claustro al que la Dirección podrá dispensar el mismo trato que ha ofrecido la Conselleria  a los representantes de quienes protagonizaron las mareas verdes, ¿las recuerdan?,  en la tramitación de este (u otros ) documentos : desprecio absoluto, ninguneo total.

            Un magnífico regalo cuando regrese el Partido Popular,  que no dice ni “mu”, pensando en las virguerias que será capaz de hacer con este R.O.F. Les han dado hecho algo que jamás se atrevieron a emprender.  Y ahí tenemos a la Bonig y sus grititos, para disimular, por el tema del valenciano y el plurilingüismo cuando tampoco en esto ha acertado ( el Botànic) y ha sido la propia O.C.D.E . la que ha acabado por reprocharles la situación de desprotección en la que esta Ley, (otra sin negociar) sitúa a nuestra lengua vernácula que es, no se olvide, también oficial.

            Todo sacrificado en el altar del dominio del inglés, en el que se impartirán asignaturas cuyos titulares  se han tenido que formar deprisa y corriendo en modalidad   “low cost” o  a coste cero para la administración como se quejaba amargamente   en los medios una profesora el otro día.

            Y nada bueno puede resultar de esto, porque las lenguas nunca deberían ser un fin en si mismas sino un instrumento de comunicación. Salvada la desventaja inicial de las minorizadas, lo  importante es el mensaje y su comprensión inequívoca. Pero difícil lo tenemos cuando ni emisor (profesor) y   ni  receptor   (alumno) dominan el código en el que se transmite.

            La cuestión no es baladí. De  sobra es conocida la conexión entre lengua y pensamiento, no sólo en su expresión sino en su propia génesis ,  una constante en  lingüística  y psicología, desde Chomsky hasta  Malmberg,  pasando por Piaget, Pinillos, y Unamuno entre otros.

            Este último  sin ir más lejos sugería adecuar el nivel de exigencia en la enseñanza   de  idioma (en su caso el latín), a la finalidad pretendida por su aprendizaje y relataba citando a Spencer  como “los indios asombrados de la labor del arado inglés hicieron de éste, pintándolo y erigiéndolo para adorar como ídolo un instrumento.”  ( “El Caballero de la Triste Figura”). Aquí , más chulos que un ocho,  ponemos  además el arado por delante del mulo.

            Con todo, lo peor es posible  que esté las formas. Esta querencia  al “ordeno”, esta aversión al diálogo  en los que alguien podría atisbar  brotes  de dogmatismo  y tics autoritarios en el seno  del Botànic, porque como todo el mundo sabe  el aforismo   “por sus obras los conoceréis” jamás ha fallado  en la historia de la Humanidad.