Una de las escenas de cine que
más me ha impactado la visioné en “Salvar
al soldado Ryan”, de Spielberg. Es aquella en la que un soldado
alemán, convence a un extenuado soldado americano tras una terrible pelea
cuerpo a cuerpo, para que se deje arrancar la vida resignadamente y en silencio
a punta de bayoneta.
Esta es la imagen que curiosamente
me ha venido a la cabeza por contraste al contemplar a los miles de jubilados tomando las calles de las
principales ciudades en defensa de sus
menguantes pensiones.
El gobierno del PP se las prometía
muy felices. Acotado el incendio de Cataluña que contribuyó sin duda a
prender, confiaba en agotar la
legislatura a lomos de la tan cacareada recuperación económica, aprobación
presupuestaria mediante, con la asistencia de alguna oportunista pareja de
baile, que por eso hay gente hay para
todo.
Sucede sin embargo que al “Bigotes”,
al Correa y al Costa les ha dado por cantar “la Traviata” con la
música de fondo de unas encuestas de todo menos halagüeñas para unos populares
que asombrados han de contemplar ahora
como han acabado por apolillar uno de sus principales graneros de votos.
Aquellos que con su trabajo
contribuyeran configurar la España de hoy, a años luz de aquel nontón de
cascotes del que en buena medida
partieron; los mismos que tuvieron que amortiguar los terribles efectos que la crisis y los
recortes del gobierno estaban teniendo entre sus seres más queridos con el
precario paracaídas de sus modestas pensiones, se encuentran ahora en la
tesitura de tener que plantar cara a la insaciable voracidad de los que en buena medida fueron responsables
de la hecatombe y que les ha situado ahora a ellos mismos en su punto de mira.
Pero se han pasado de frenada y
vendido la piel del oso antes de cazarlo.
Lejos de la resignada inmolación del desafortunado
soldado de Spielberg nuestros jubilados han optado por librar su última
batalla, que es también la nuestra. Han tomado a miles las calles en un
remake del cada vez más lejano 15 M, con la particularidad de que su
asimilación será harto más complicada que la de aquellos jovencitos a quienes a
duras penas se puede distinguir hoy de
esa casta a la que tanto vilipendiaran y que
tras posponer “sine die” el asalto a los cielos, parece que han acabado por conformarse con un escaño en
el purgatorio ( o purgatoria) del
Congreso de los Diputados.
Frente a una juventud sometida , “cautiva
y desarmada” por las élites
extractivas y aquellos que “atizan y sueltan el mondongo” resulta que hay miles de valientes veteranos
que hoy, como ayer, se disponen de nuevo
a sacarnos las castañas del fuego y cantar las verdades del barquero a cínicos
desalmados que con la que está cayendo no tienen mejor ocurrencia que proponer
esta misma semana, contratos de
aprendizaje ahora para los parados de 45 años. Son incorregibles.
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