miércoles, 16 de marzo de 2016

CRONICA DE UN TRIENIO APASIONANTE

“CRONICA DE UN TRIENIO APASIONANTE.” Francesc Pérez i Baldo. Cuando recibo la carta del alcalde Vicente Arques con la invitación para escribir unas líneas en el vigésimo quinto aniversario sobre el periodo de tres años en los que se me dio la oportunidad de estar al frente de la Concejalía de Cultura y Educación, caigo en la cuenta de repente, de que ya han pasado la friolera de quince años desde que celebráramos su cumpleaños número 10, siendo yo precisamente concejal; y es que eso de que “el tiempo vuela”, es mucho más que un simple aforismo. Parece ayer cuando organizamos una mesa redonda con representantes de todos los colectivos que desarrollaban su actividad en la Casa de Cultura en la que participara también Carlos Esteve, por el diario INFORMACION, que se retransmitiría en directo a través de nuestra extinta televisión local. Ya entonces las costuras empezaban a apretarle a nuestro emblemático edificio y pronto habría de adaptarle el traje ampliando instalaciones: el aseo de la cafetería, dependencias administrativas optimizando espacios para atender a la creciente demanda de actividades. Quedó claro a lo largo de las distintas intervenciones que su mayor virtud era su propia concepción, que contrastaba con algunos proyectos faraónicos que despuntaban ya en localidades vecinas por aquel entonces y que el tiempo ha acabado por varar en las cunetas del sentido común, porque a diferencia de otros, en nuestro municipio el tejado fue lo último que se le puso al edificio; fue y sigue siendo un proyecto viable, sostenible y sobre todo socialmente rentable. Corrían tiempos muy convulsos en lo político en L’Alfàs del Pi, con el enconamiento de ánimos que sólo producen las disputas cainitas cuyos efectos habían interesado prácticamente a todos los rincones de la sociedad alfasina. Todo esto y mi absoluta inexperiencia hizo que la incorporación a mi cargo la llevara a cabo con cierta prevención. Sin embargo no pude encontrar una disposición mejor en el personal que me recibiera en mi primera jornada de trabajo en aquel verano de 1999. Tuve claro que como responsable político era a mí a quien correspondía tender puentes, restañar heridas, recuperar el diálogo y la confianza, condiciones indispensables para conformar un equipo de trabajo. Así pues mi primera decisión fue devolver la dignidad del cargo al Director, Vicente Escrig, a quien víctima del clima político antes referido, me encontré confinado en un cuartucho en el que apenas cabía la máquina de escribir antidiluviana con la que se le había condenado a trabajar. Con su ayuda, la de Vicente Such, director de la Biblioteca Municipal y la eficiencia y capacidad de trabajo de Gema Calomarde, se organizo un primer equipo de trabajo, que no sólo habría de encargarse de la frenética actividad de la Concejalía de Cultura de entonces, sino también de la de Educación , una auténtica olla a presión: un solo colegio con tres turnos de comedor para todo el pueblo y un instituto que estando previsto que abriera sus puertas en septiembre en prefabricadas no tenía ni una sola infraestructura lista en el mes de julio. Por no haber, todo hay que decirlo, no había ni departamento de educación, que hubo que conformar de manera urgente con la incorporación de Sandra Mahiques. cuyo fichaje para nuestro proyecto considero que fue decisivo para hacer frente todos los desafíos que nos esperaban a la vuelta de la esquina. No fue menor el apoyo constante que recibimos y la eficiencia en el trabajo de los Servicios Técnicos, magníficamente dirigidos a la sazón por mi querido amigo “Pepe Romeral”, auténtica piedra angular, tanto en la Concejalía de Educación como en la de Cultura. Recuerdo que unas de las empresas que más esfuerzo me supuso fue la de recuperar la institución cultural con más solera L’Alfàs, la Banda de Musica “La Lira”, que pasaba por sus horas más bajas y que pagaba las consecuencias de haberse instrumentalizado políticamente. Me fueron de gran ayuda los sabios consejos de Vicente Saval , “Panxa”, y los de Pepe Calella, ambos veteranos conserjes de “ la casa “ que siempre me encaminaron en la búsqueda de la mejor solución orientándome en terrenos a menudo minados y que ellos conocían a la perfección por sus años y experiencia. Gracias a ellos y a mi amistad personal con Andrés Juan, miembro de la directiva de entonces, se fueron sorteando obstáculos hasta completar la singladura al conformar una magnífica directiva bajo la presidencia de Salvador Perelló, que consiguió en poco tiempo devolver el esplendor y función social que nuestra banda nunca debió de perder. Una de mis mayores satisfacciones sería cuando tras muchos esfuerzos conseguimos implicar a Joan Iborra, director de la OSA (Orquesta Sinfónica de Alicante), en la dirección de nuestra banda y escuela de música. Fue el revulsivo que se necesitaba precisamente en aquel momento para que se recuperaran ilusiones y autoestima y se pudiera retomar el vuelo en pos de unos éxitos que no habrían de tardar en llegar. Pero lo cierto es que pacificada y recuperada “La Lira”, la Concejalía de Cultura no fue más que una fuente de satisfacciones que con frecuencia compensaban los sobresaltos que me llevaba en la de Educación. Desde un principio el objetivo fue recuperar el liderazgo cultural, retomando el festival L’Alfàs en Jazz y potenciando Mozartmanía, productos a los que más tarde se habría de sumar el Festival de Opera de Cámara y Zarzuela en colaboración con “Amigos de la Música “, el Estiu Festiu, Ciclos de Cine en versión original, organizando un embrión de lo que más tarde sería nuestra videoteca y ya en el último año, la I Semana Cultural Hispano Noruega. Después se sumarían al proyecto el grupo de teatro y su escuela con Tamarit y Manolo Troncoso con cuyo asesoramiento acabaríamos por completar una oferta cultural sin parangón a nivel comarcal que nos permitiría estrenar, por poner un ejemplo, “Cinco horas con Mario” de Lola Herrera en L’Alfàs del Pi. Guardo un recuerdo especialmente entrañable de una figura de las letras y otra de los escenarios Aunque por desgracia no están ya entre nosotros: Ana María Matute y Paco Rabal con los que tuvimos la ocasión de recuperar “El Dia del Libro y Semana de Animación Lectora”, organizado con la inestimable ayuda y buen hacer del Director de la Biblioteca Municipal y amigo , Vicente Such. Tanto el actor de Aguilas como la frágil escritora barcelonesa fueron dos fuentes inagotables de anécdotas y sabiduría atesorada en sus largas trayectorias vitales y artísticas. Como lo fueron también el hispanista Ian Gibson y el naturalista Joaquín Araujo que vinieron por mediación de la Obras Social de la CAM y de las estrechas relaciones que manteníamos con su encargado Miguel Torres, que nos permitiría contar con exposiciones de Joan Miró y obra gráfica de Goya: “Caprichos y desastres” En fin, fueron tres años cuya intensidad hace que a menudo en mi memoria se me antoje un periodo más prolongado de tiempo, de los que guardo un grato recuerdo y que sin duda han contribuido a que este edificio ocupe un lugar muy especial en mi corazón porque es mucho más que su emblemática figura que se diría nos reclama al pasar. Es un edificio con alma. Un alma que no sólo le venía dada por las actividades que en su interior tenían lugar, sino, al menos en mi periodo como concejal, por el equipo de personas con el que tuve el honor de trabajar , desde Vicente Escrig y Vicente Such, directores de la Casa de Cultura y la Biblioteca Municipal, hasta Gema Calomarde y Sandra Mahiques pasando por los conserjes, Vicente Saval, Pepe Calella i Xarli, sin olvidar a las sufridas encargadas de la limpieza, Pepita, María a quienes se les reclamaba inmesiricordemente a todas horas porque siempre había algo en marcha; todos dieron lo mejor de sí y tuvieron conmigo, el “ocupa” de la concejalía de Cultura y Educación, porque esa es la mentalidad con la que pienso debería de acudirse a este tipo de servicio público, un comportamiento leal y ejemplar incluso en los momentos de mayor encono y crispación política, que los hubo. Es por eso, porque mostraron una profesionalidad y dedicación que fue mucha más allá de lo que les era exigible en virtud de sus obligaciones profesionales, que quería aprovechar la ocasión para expresarles mi sincero y eterno agradecimiento. Conformaron un magnífico equipo de trabajo que hizo posible lo mucho o poco que yo pude aportar en mis años al frente de las Concejalías de Cultura y Educación. A todos ellos, y sobretodo a los alfasinos y alfasinas que con sus votos me concedieron el altísimo honor de servirles como concejal del Ayuntamiento de L'Alfàs del Pi, mi eterno agradecimiento

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