viernes, 10 de abril de 2020

"EL VUELCO DEL DESTINO"





"Rapto de Europa". Fernando Bellver

«Ha habido muchos episodios de peste en el mundo, como también ha habido muchas guerras, y aún así la peste y las guerras nos pillan siempre desprevenidos». Quien nos iba a decir que estas palabras de Camús en  «La Peste» fueran  a cobrar tanta actualidad en pleno siglo XXI, cuando  nos veíamos  ya con un pie en Marte y otro donde hiciera falta. Calentamiento global aparte, éramos los amos del universo y este contratiempo  nos devuelve a  nuestra verdadera insignificancia.
            Pero, seamos honestos, no es que nos haya pillado desprevenidos;  es mucho peor; hemos negado las evidencias. En China se ocultaron  los primeros casos y la tomaron  con  un médico honrado que dio la voz de alarma ,  y aquí nos vendaríamos los ojos para reírnos de las precauciones que veíamos tomar a los comerciantes de ese país al frente de sus negocios. Ni siquiera nos preocupó, conociéndoles, que  bajaran las persianas .
            Y así seguiríamos  como quien oye llover,  sin renunciar a  nuestra sagrada  zona de confort,  actos sociales, deportivos o culturales  a tutiplén, porque  a nuestro alrededor todo seguía tan igual como diferente habrá de ser lo que resulte del devastador paso del coronavirus entre nosotros. Porque  tras la plaga ,nada vuelve a ser como antes, ni siquiera “ el corazón de quienes le sobreviven”, como sentencia  uno de los personajes de la obra en cuestión.
            Más nos hubiera valido “estar al loro” como se suele decir, porque ahora va a resultar que acabaremos pagando el pato los de siempre, Italia y España que despiertan una simpatía en según qué países del norte, inversamente proporcional  a la admiración que sienten por nuestras playas o clima. Las reacciones del simpático holandés de turno no se harían  esperar para hacer como antaño   las delicias de nuestra prima más querida, la de riesgo.



           


Y en estas estábamos, corazón en vilo pendiente de los boletines de noticias  a cual más estremecedor , cuando en el Whatsapp de un buen amigo veo la portada  de un librito que le regalara tiempo atrás, “La Idea de Europa”  y su triste comentario “¿Qué pensaría su autor Steiner en estos momentos?”
            Sin duda  tuvo suerte en abandonarnos el Premio de Asturias  antes de contemplar la desolación que se  adueña  de su  estimado Continente, cuna de la civilización según él,  para la  que jamás cejó en su empeño de encontrar  un denominador común que actuara como  argamasa. Como cuando resaltaba con convicción lo insignificante de sus distancias en comparación con otros casos. “Europa has been, is walked” (Europa ha sido,  es andada”), que es lo que  en definitiva hicieron desde las legiones romanas, pasando por los bárbaros hasta llegar a las tropas de Napoleón o Hitler. Incluso sus más imponentes   barreras geográficas serían  sorteadas por los elefantes cartagineses.

Por eso son  particularmente patéticos por inútiles,  los intentos de algunos líderes europeos del norte de huir con el botín amasado gracias a la Unión Europea ante el avance del coronavirus y me recuerdan de nuevo un personaje de la novela de Camús, que hace acopio de artículos  cuando la enfermedad azotaba Orán para especular,  teniendo que retirar los operarios del hospital a su muerte víctima de la plaga, todo lo que había  almacenado  bajo la cama.

El nuestro es sin duda un continente  complejo y contradictorio, donde  una cosa es la simpática e idílica  visión del campanario del próximo pueblo para el viajero que se lo  patea,  como  destacaba  Steiner,  y otra muy diferente, cuando es el campanario el que nos impide ver el camino que nos convendría  tomar, como puede ser  el caso.

En un magnífico artículo un Javier Solana, convaleciente aún  del coronavirus, apelaba  a la grandeza de Europa y sus líderes, titulándolo como uno de los volúmenes de las memorias de la Segunda Guerra Mundial  de Churchill, “Our Finest Hour”, (“Nuestro mejor momento”).

Modestamente  emularé su optimismo en el mío al titularlo como otro  ejemplar de la monumental obra del “bulldog inglés”  “The hinge of destiny” (“El Vuelco del Destino”), por eso de que Europa, según dicen, siempre se ha forjado en las crisis;  eso sí, con los dedos cruzados y esperando que  los acontecimientos no hicieran más apropiado el de otro de los integrantes de la sextalogía , “The Gathering Storm” (“La Tormenta en ciernes”),  por la cuenta que a todos   nos tiene, también a los del norte, por mucho que se esfuercen en ignorarlo.