domingo, 11 de febrero de 2018

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL PROGRESO



Al parecer no estamos tan mal como tendemos a pensar. La Humanidad ha progresado con pasos de gigante desde la década de los noventa aunque a nosotros no nos lo parezca porque los mil y un conflictos con los que nos desayunamos a diario desvirtúa los verdaderos perfiles de una realidad que resulta que avanza por el buen camino.
Lo decía la prestigiosa revista TIME en uno de sus últimos números y varios medios nacionales se abonaban a la teoría este fin de semana. .La extrema pobreza sólo afecta a una décima parte de la población cuando en los noventa lo hacía con un tercio. Las mujeres han alcanzado un quinto de los escaños en los parlamentos nacionales de medio mundo y conquistado cuotas de influencia inimaginables hace poco; la homoxexualidad se acepta en cien países cuando apenas se toleraba en veinte entonces y terribles enfermedades como la polio se han erradicado donde antes causaban estragos; a otras, como el SIDA, se la ha acabado por “domesticar”.
Lo que nos hace estar en un permanente “sinvivir” puede deberse al estado de alerta que llevamos instalado de casa en nuestro ADN, y al que si bien debemos nuestra supervivencia como especie, nos condena a la zozobra, especialmente desde que un lunático haya tomado el despacho oval y al parecer no tiene nada mejor que hacer que lanzar sus “tweets” a modo de cerillas contra los numerosos bidones de gasolina que los intereses geoestratégicos de unos y de otros tienen distribuidos a lo largo y ancho del Planeta.

Cuando un periodista preguntó a Hanna Arendt ( “La Banalidad del Mal”) si creía posible un nuevo Holocausto, esta respondió sin dudar que “ cada paso que da la Humanidad en la historia está condenado a ser el umbral del siguiente en su camino hacia la salvación o la perdición”. Es decir que no tenemos garantizado en modo alguno el progreso, y el “regreso” siempre es una posibilidad.
Los estragos que la crisis ha producido en occidente han propiciado el surgimieno de liderazgos, cuanto menos controvertidos , de populismos y movimientos nacionalistas que enarbolan como receta una especie de utopías regresivas, una vuelta a un supuesto pasado ideal como solución , agitando un cocktail con ingredientes que todos creíamos desterrados para siempre: supremacismo racial, aislacionismo, proteccionismo, expansionismo, rearme- Bien mirado son los gérmenes que han diezmado a Europa durante siglos y que el Zar de nuevo cuño de Putin, no sólo contempla con deleite, sino que aventa, después de haber conseguido que en el flanco oriental de Europa (y de la OTAN, por cierto), a Erdogan le haya dado por apelar al Imperio Otomano.
Nuestro país no ha estado ajeno a este estado de cosas , si bien es verdad que el populismo de Podemos se esta desinflando por la poca consistencia de su liderazgo y los dos nacionalismo que se habían venido retro alimentando ( el del PP y el catalán) no pasan por sus mejores momentos, con la justicia en los talones; pero para remendar los estragos que unos y otros han producido en el panorama socio político y en el tejido económico, especialmente de Cataluña en sus respectivas huidas hacia adelante, hará falta mucho más que “la acción de la justicia”.

Sólo Ciudadanos en su indefinición aparece con ventaja frente a un PSOE que en su día fuera la piedra angular vertebradora del entramado político en nuestro país y al que no dejan levantar cabeza. La entrevista de González en EL MUNDO de este fin de semana, no hace más ilustrar la gravedad de su crisis interna y lo que en ella “vomita”, - con perdón-, no augura nada bueno a su secretario general.

La pregunta del millón es si la “alternativa naranja” es la más adecuada para el paisaje después de la batalla con el que nos vamos a topar, en el que lo que lo más perentorio será el tendido de puentes y lanzamiento de amarres sobre los que transportar las cantidades ingentes de betadine para restañar las heridas mutuamente infringidas; o por el contrario caerá en la tentación (Ciudadanos) de dejarse arrastrar por la regresión de su particular utopía de recortes de libertades y recentralización.

Estaría bien que cuando se deshoje la margarita de Cataluña, alguien nos lo contara porque el viento según las encuestas sopla en su favor y porque contrariamente a lo contado por Manrique, al menos en nuestro país, cualquier tiempo pasado no fue mejor, sino peor y casi siempre, mucho peor.