"CAÑAS Y BARRO"
Carlos Mazón desplegó una actividad frenética al frente de la Diputación de Alicante que utilizaba unas veces como trampolín para la promoción de su propia carrera política, y otras muchas como catapulta para arrear coscorrones a Ximo Puig con lo primero que cayera en sus manos.
No ocultaba sus prisas para de llegar al Palau, “ardo en deseos de gobernar”, “huelo las ganas de cambio”. Pero consciente de la obsolescencia programada de Ximo Puig y del estado gaseoso de Compromís, se ahorró el contar en que iba a consistir ese famoso cambio. Tendríamos que esperar a su proclamación como candidato en la plaza de toros de Valencia para que nos empezara a mostrar la patita.
Y su programa resultó tener tres ejes : el anti catalanismo (un clásico), la bajada de impuestos ( su medida “estrella”) y los grandes proyectos y eventos (“Hem de recuperar la ciutat dels grans esdeveniments i grans projectes “, Vicent Mompó). Un regreso al pasado en toda regla, en modo vendetta, que no tardaríamos en constatar.
Pero como toda situación comprometida es susceptible de empeorar, luego vendría el pacto de la servilleta y el reparto de consellerías con toreros, condenados por violencia de género y negacionistas tomando una alternativa que dejaba a Feijoó con el culo al aire.
Así las cosas, primero la emprenderían la escuela publica (dos mil profesores “politizados” menos ). Continuarían con el valenciano, idioma oficial que el Conseller de Educación no habla “porque soy de Alicante” ; después finiquitarían la Unidad Valenciana de Emergencias, darían carta verde a la construcción de hoteles a escasos metros orillas del mar y desprotegerían ,- triquiñuelas mediante -, suelo ahora protegido
Visto el panorama aterrador y dado que gobernar consiste en tomar decisiones sobre nuestras vidas y haciendas, alguien expresó sarcásticamente sus esperanzas de que primara su probada debilidad por lo segundo, nuestras haciendas, y dejaran a nuestras vidas en paz para evitar males mayores. La DANA lo ha hecho imposible; el coste ahora será astronómico en ambos casos por mor de una mezcla letal de incompetencia y frivolidad en la persona Mazón, que como en los versos de Gil de Biedma venía a “llevarse la vida por delante” y ha acabado por comprobar que la vida, “iba en serio”. Y vaya que si lo iba, especialmente para los cientos de valencianos que la han perdido.
Porque el ejercicio del poder además de los honores que conlleva , tiene algunas servidumbres, que en ocasiones se pasan por alto porque, seamos honestos, no siempre son los más virtuosos los que lo llegan a ostentar . Unos versos de Yeats nos vienen como anillo al dedo en nuestra política patria “ The best lack all conviction while the worst are full of passionate intensity” ( A los mejores les falta motivación mientras los peores “arden en deseos”, que diría Mazón).
El ejercicio de un cargo no presupone virtud alguna per se y por eso Don Quijote, en una evidente muestra de afecto hacia su escudero, le advierte cuando se disponía éste a actuar como gobernador “ la sangre se hereda, la virtud se aquista”. (se gana)
Y en una escena memorable de “la Cruz de Hierro”, película bélica de Sam Pekinpah, de los años setenta, Lee Marvin, en el papel de un condecorado sargento de la Wehrmacht, espeta a un cobarde capitán que envidia su codiciada cruz de hierro, que estas insignias crecen en el campo de batalla jugándose el tipo y dando la cara con valentía y honor.
Carlos Mazón podría haber aquistado su propia “cruz de hierro” estando al pie de cañón y velando por las vidas y haciendas de los valencianos amenazados por una DANA en Alaquàs, Albal, Almufasses, Paiporta etc , pero prefirió, al igual que en la otra DANA, la de la Vega Baja (porque llueve sobre mojado), las fotos de una entrega de premios en La Nucia a mediodia del sábado cuando es más que probable que la muerte estuviera ya bajando por barrancos y torrenteras embozada entre cañas y barro, para sembrar terror, desolación y dolor a su paso entre aquellos por los que él tendría que haber velado.
Es por eso que, volviendo al inolvidable poema Gil de Biedma, Mazón ni dejará la huella que a buen seguro hubiera querido, ni es precisamente entre aplausos como habrá de marchar. Solo le queda esperar su retirada sin contemplaciones, junto esas cañas y barro que anegan demasiadas casas y calles valencianas que han truncado tantas vidas y a la postre también su prometedora carrera política. Aunque eso convendremos en que es lo de menos.