domingo, 12 de enero de 2025

"El cuestionable disfraz de una bendición"

















Terminado el último capitulo de un nuevo año que pasa a engrosar nuestra biografía, es difícil no volver la vista atrás para ver los pelos que nos hemos dejado en la gatera, en forma de contratiempos, sueños incumplidos o propósitos por culminar y ya en el otro fiel,  todo lo que de bueno nos haya podido acontecer. 

Y lo hacemos, claro está, con la esperanza de que el balance como en la declaración del IRPF,  salga a devolver. Es también lo que en definitiva hacen  nuestros representantes políticos de toda instancia y color  con los  ya tradicionales discursos de Navidad.

  Feijoó  fiel a su tradición, no deja pasar una ocasión para hacer el ridículo, lo único que no se puede permitir quien se dedica a la política   según Churchill. No tuvo mejor ocurrencia que poner a Mazón como ejemplo de eficiencia por su gestión  en la DANA de infausto recuerdo. 

Del Presidente de la Comunidad Valenciana no les sabría  decir, porque al comprobar que  no  informaba de su dimisión dejé de prestarle atención  y seguí con la salsa de los espagueti no sin antes constatar, eso sí, que hablaba en valenciano  como se le aconsejara  en el transcurso de esa comida-merienda que tan cara nos costara a los valencianos. La última polémica del pago del misterioso ticket roza ya el ensañamiento.

Y con  Pedro Sánchez por tópico que sea, es difícil no destacar su resiliencia, la ilusión y perseverancia que pone en sus tareas de gobierno con todo lo que le ha caído y lo que sus oponentes  auguran le espera a la vuelta de la esquina, porque algo deben saber. Ni sus más enconados rivales pueden discutirle la buena marcha de la economía. Sólo el drama de la vivienda para miles de españoles le podría aguar la fiesta, porque  además, en el terreno internacional es evidente la relevancia que ha logrado nuestro país  en sus años de gobierno. “ España es un socio europeo capaz de pivotar entre socios alternativos que a veces no pueden trabajar entre sí. (…)  Sus principales figuras hablan inglés. (…) Un gobierno diferente distraído luchando  en guerras culturales no sería capaz de avanzar y retrocedería a un estado de segunda fila.” Escribía el periodista Jeremy Cliffe no hace mucho en El País .

No es algo menor cuando en el Viejo Continente estamos a punto de celebrar el  tercer aniversario de la enésima guerra librada en  su suelo y en unas circunstancias que no invitan para nada al optimismo. Europa tiene el corazón gripado.  Merkel se fue y su sucesor,Scholz al igual que   Macron  está en sus horas más bajas y con  el aliento de la ultraderecha en sus pescuezos. Una ultraderecha que gobierna Italia y Hungría; que lo ha empezado a hacer en  Georgia a pesar de las acusaciones de fraude,  y lo intenta en Rumanía donde se han anulado los resultados de los últimos comicios ante las más que evidentes muestras de injerencia rusa. Y todo esto a escasas fechas de que Trump (y Musk) asuma el gobierno de EEUU.

Hace mucho que el Viejo Continente no presentaba un nivel de vulnerabilidad tan grande. Las democracias no han dejado de languidecer por las cicatrices mal curadas tras las diferentes crisis por las que hemos pasado y el deterioro de sus estados del bienestar. La paradoja es que acaben siendo precisamente  los más perjudicados por los efectos de la gran depresión y sucesivas pandemias las que pueden poner la alfombra al nuevo capitalismo  ahora de cuño financiero-digital. 

Cómo no será la desesperación que impera en Ucrania, y también en Gaza, para que algunos de sus desafortunados habitantes fíen a la llegada de Trump el fin de sus sufrimientos. 

A mi me recuerda un episodio que relata Churchill en el último tomo de sus memorias “The Iron Curtain”, (El Telón de Acero). La Guerra  daba sus últimos  estertores con Japón a punto de caramelo. Él tenía la esperanza de rematar su brillante ejecutoria durante el conflicto, pero los socialistas se interpusieron con su victoria. Cuando su esposa Clementine para consolarle y preocupada también por su delicado estado de salud le dijera  que la noticia podría ser “ a blessing in disguise” ( “una bendición disfrazada”), Churchill haciendo gala de su renombrado sarcasmo replicaría : “At the moment it seems quite an effective disguise” ( “en este momento me parece un disfraz muy efectivo”.) 

Como el de Trump, como solución de todos los males. 

El tiempo dirá, pero muy bien no es que pinte.